Jordi Skywalker y los Caminantes del Cielo
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Jordi Skywalker y los Caminantes del Cielo

Para los libertarios más incorregibles del ideario musiquiátrico, hablar de Buenas noches Rose es como hablar del paradigma del rock and roll en castellano, de la rabia musicopática más corrosiva y purulenta que jamás se haya conocido, fuera o dentro de una mente musicalmente enferma y contagiosa. Son (aunque lleven más de una década sin estar) la ruptura con el orden establecido, al modo pseudo-punk. Fueron la consigna vesánica de la suprema entrega en cada concierto. Serán siempre la presunción de culpabilidad de los mejores momentos poéticos del rock nacional. Y por encima de todo, se perpetúan en el genio y el ingenio, el carácter y la divinidad, de una voz carismática y activista de la razón áurea de una estrella del rock circus: su front-man Jordi Piñol, más conocido del uno al otro confín como Jordi Skywalker. Dicho sea de paso y como de todos es sabido, el mismo virus endógeno que suele acabar con todas las bandas grandes de este país (091 incluido, por mencionar nuestro talón de Aquiles), también acabó siendo la causa de la degollación mental y emocional del quinteto madrileño Buenas noches Rose: “grandes críticas, mejores conciertos, pero pocas ventas”. Jordi Skywalker, «Corazón de Padre Atómico» En Buenas noches Rose, Jordi Skywalker era el adolescente rockero loco que cantaba por designio divino. Puro Glam, pura personalidad, pura escenificación, la desfogada puesta en escena de los deseos sonoros más reprimidos de todos sus públicos. Era un ser gigante sobre el escenario, un mago hipnotizante con el rock and roll y de una voz sobrecogedora. Pues bien, todo aquello desapareció. Un buen día de 1998 (justo antes de su multitudinario concierto junto a Prodigy), Jordi voló. Escapó de todo y de todos, huyendo libre, retirándose al Alma del Mundo para volverse a enamorar de la tierra y del cosmos, de la Naturaleza, del oso Yogui y de la madre que nos… vio nacer. Fueron doce años nada más y nada menos sin saber de él, al estilo del retiro obligatorio de Syd Barret (pero sin Guinness ni televisión), doce años de absoluto anonimato, vida nómada y escrupulosa pulcritud ecologista. Después de este retiro espiritual o a lo mejor como consecuencia de él, Jordi volvió en 2010 con la mochila de hippie llena de rock and roll carromatero, de música imperfecta, pura y sin prejuicios, que ya nada tenía que ver con su pasado glamuroso. Jordi regresó como vitalista cantautor carromatero , como padre del Rock ecológico, lanzado a la vida trashumante de su particular Bu-rock and Romatero y como creador de un discazo patológicamente completo y verdadero: “Corazón de padre atómico” 2010 (Paul Music/Discmedi). En este...

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Andrés Herrera, el "Pájaro": recetas cofrades para el penúltimo cowboy del rock sevillano

Psicoanálisis completo desde la Calle Betis hasta Graceland a vista de «Pájaro» “Santa Leone” es la ópera prima de Andrés Herrera el “Pájaro” con banda propia. Imprescindible rasca cuerdas del Rock Hispalense más experimentado, ex componente de Los Sacramento del gran Silvio Melgarejo, padece como aquél, un intenso desorden musicopático que le lleva a revivir y realimentar a los hijos del Blues-Rock  más pródigos (surf, swing, western, espaghetti western,…) con despiadadas panaceas afiladas, desde su perspectiva más pasional y cofrade, trianera y procesional. El cinéfilo genio de las bandas sonoras, la solemnidad y lo oscuro, nos inyecta su dosis letal de Rock and Roll flamenco y devoto. Pájaro tiene 48 años llenos de sevillanía, valor constantemente en alza por la multiculturalidad de esta villa caleidoscópica repleta de ángulos atemporales e infinitas herencias patrimoniales, sabias y humanas. Desde los siete años lleva tocando la guitarra, y es ahora, cuando uno de los musicópatas más magnéticos del panorama, se encuentra en su plenitud y clímax creativo. Su carrera se ha basado patológicamente en una brillante aportación a mitos del Musiquiátrico como: Silvio Fernández Melgarejo, Raimundo Amador, Kiko Veneno, Pepe Begines o Rafaelito Amador. Pero por encima de todo, el principio activo fundamental que hace único e irrepetible a Pájaro es la conjunción casuística en su anatomía cardíaca y mental de varios fármacos coetáneos y coincidentes: la pasión heredada de su padre por el cine, el amor por las inverosímiles fusiones siempre cautivadoras de Silvio, su constante cameo con la canción italiana y todo lo que proceda sospechosamente del mediterráneo, además de, por último, su fanatismo por todos los sonidos norteamericanos engendrados en el Blues y el Rock que se han dejado llevar por las olas del atlántico hasta trepar por el río, su río Betis. Es devoto de Adriano Celentano, La Macarena, La Esperanza trianera, Sergio Leone, San Benito, Roma, Ennio Morricone, las coléricas guitarras surferas, devoto del Jazz de Django Reinhardt y del flamenco de Pata Negra, de La Tarantela y Elvis Presley, de los versos de San Juan De La Cruz y de Pulp Fiction, de la corneta de Julio Vera y del Rock and Roll de los Lobos Negros. Bendita locura que le capacita para moldear todo ello en su laboratorio de emociones, mezclarlo con alto grado de sabiduría además de naturalidad y simpleza, para acabar obteniendo la fórmula mágica de la musicopatía en sí misma como forma de vida. “Santa Leone” (Happy Place Records) – homenaje a la Semana Santa y a Sergio Leone – es un disco quimérico, es la utopía vinílica del Rock Sevillano, derroche de evasión cinematográfica y enérgicas pasiones transversales por el Rock,...

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The Milkyway Express, vagones de rock and blues en el cielo de Sevilla

Hard Rock Boogie de Delta Blues en «One day in Summer» Hace casi una década que se expande este virus musicopático de auténtico rock and blues, por culpa de cinco multiinstrumentistas polifónicos infestados del verdadero y primigenio sonido del blues del Delta. Melenudos y desaliñados hijos bastardos del Silvio más sevillano y la Americana music más sureña, ingresan en nuestro frenopático musical. Su primer álbum, homónimo, grabado en Dreesing Room estudio, sorprendió a los más críticos y experimentados en asignaturas musicopáticas de su género, habiendo sido autofinanciado y careciendo de contrato discográfico, ni falta que les hacía. Este primer disco de The Milkyway Express estaba empapado de andaluz country Alt rock, blues y folk psicodélico con visos de rhythm´n blues. Carlos Yáñez (voz principal, guitarra acústica, batería ocasional, saxo alto y mézmar de cuerno). Álvaro Aspe (voz, armónicas, banjo, theremín y bajo ocasional). Fernando Faces (voz, guitarras acústicas, eléctricas y mandolina). Sleepy James (bajo y guitarras acústicas). Y Antonio Molinero, Tony Picante , (batería, sitar, saz y guitarra acústica). Dosifican una gran puesta en escena de innumerables instrumentos intercambiables y tratan siempre de aplicar esta farmacología, tanto en estudio como en sus directos, consiguiendo mantener la frescura y la imprevisibilidad de su doctorado en rock. Recuperan la estridente cornetita del mézmar. Acuden al sonido de las pelis de serie B hollywoodienses gracias al theremín, eterófono que suena a algo entre la voz humana y el violonchelo, ambientando inmejorablemente, como en aquellas grabaciones cinematográficas de ciencia ficción y de terror anteriores al uso del sintetizador. Ya lo usaba el malogrado Brian Jones en el “Please go home” de los Rollings; además de ser frecuente en Pink Floyd, Nine Inch Nails e incluso en Los Planetas o The Mars Volta. Nos enredan con el Baglamá turco (de amplificación eléctrica) y el harrisoniano sitar indio, de sonido metalizado y estupefaciente, con sus mareantes y característicos glissandos. En definitiva, al mismo nivel que Alan “Blind Owl” Wilson y sus secuaces de Canned Heat, encuentran el perfecto consenso entre blues y rock boogie potenciando las habilidades de improvisación que se les presumía a los grandes bluesmen. Mezclan rock and roll con Swamp rock al estilo de John Fogerty en la Creedence Clearwater Revival. Y fusionan la fuerza saturada del blues rock con una rebelde imagen sureña y la arrogancia del hard rock, como en los mejores momentos de Ronnie Van Zant con los Lynyrd Skynyrd (tan alegremente contagiados por la British Invasion- Free, The Yardbirds, The Beatles…-). Su segunda granada de mano está prevista para el mes de septiembre. Su título será “One day in summer”. Grabado íntegramente en directo en los estudios Sputnik...

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Chicken Congress, duros plumazos del Chicago Blues

Irresistible receta de blues con pollo en nuestro menú musiquiátrico Importado directamente desde la ciudad del viento nos llega un potentísimo y vírico blues de garrafa, que ha sido destilado gota a gota durante años por estos pollos musicópatas de plumas muy negras, pasando la aduana sin problemas con las damajuanas a rebosar de duro veneno rock´n blues. Se extiende sin remisión la plaga jump, shuffle, boogie, country blues,… y los doctores desisten en su intento de controlarla. En 2007 nace esta formación intergeneracional granadina que alista en sus filas a cuatro energúmenos musicales cuya trayectoria individual justifica los extensos informes musiquiátricos que obligan inevitablemente a su ingreso urgente. Los Chicken Congress comenzaron su andadura con versiones de blues eléctrico evolucionando con celeridad y un pesado equipaje rockero hacia sonidos más duros y personales. Influidos patológicamente por el auténtico rock depurado de los 70 y sobre todo el blues de Chicago, verdadero estigma musicofílico que les empuja a subirse al escenario. Más de 20 temas propios junto a clásicos rebañados de la primera mitad del siglo xx configuran su aportación creativa al rock and roll, habiendo materializado sus desajustes mentales en un discazo homónimo en 2011 elaborado de principio a fín en Curva Polar. Once ingredientes originales y una versión de regalo, componen esta fórmula magistral de prescripción obligatoria para todos los orates del mejor blues, el rock visceral, los sonidos psicodélicos y la rudeza sureña. Este congreso de pollos con las garras muy bien afiladas, sólo se entiende psicoanalizando a cada uno de sus miembros por separado, en celdas de aislamiento. Tony Molina (o Tony Mill), “el niño prodigio de la guitarra” que lleva desde los 12 años desgarrándola al más alto nivel, ha compartido escenario como invitado especial-en el Blues de Cazorla, el Alexis Viernes y otros tantos sucios rincones negros del rock con raíces-con las bestias del género: Otis Grand, Gene Taylor ( Fabulous Thunderbirds ), Nick Curran, Sax Gordon, Mingo Balaguer, Kirk Fletcher, el mítico y epiléptico guitarrista fundador de la Blues Band de Granada, Joaquín Sánchez, Los Lagartos, The Blind Lemons, Lito Blues Band, Malayerba, King Bee, Los Embluesteros, Blues de Bellota, Los Destilados,…y como parece que le sobra tiempo, aprende al lado de Kiko Aguado las claves del jazz y en el conservatorio algunos picotazos de guitarra clásica. Tony “El Oso” Travé, voz y guitarra, es el verdadero y único crooner duro del rock de nuestro sanatorio musicopático. Es el garganta profunda de elevada inspiración que cualquier Big Band soñaría tener al frente de su formación. Fundador de innumerables proyectos a lo largo de su dilatada experiencia bluesera (Blues and Beer, Bluestamina, Los...

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Guadalupe Plata, la nueva ley del Blues Rock Pantanoso
May18

Guadalupe Plata, la nueva ley del Blues Rock Pantanoso

· Pólvora Rock en la celda bluesmen del Musiquiátrico Plata de ley son este trío de Úbeda apestados de insensatez blues rock. Viven en su propia anatomía de la locura. Se revelan a golpe de fundamentos hookerianos. Reconstruyen el blues más negro y el rock más sudoroso desde Jaén. Cuando Pedro de Dios (Los malignos) con sus alaridos y su slide de infarto, decidió compartir celda acolchada con un batería como Jimena y un bajista de atar como Paco Luis Martos (Los Corrosivos); ni los mejores doctores en materia musicopática podían diagnosticar semejante barbaridad: Guadalupe Plata. Solo un larga duración (disco homónimo) de 2011 con el sello Folc (el sello de los chicos) ha bastado para poner boca abajo los habituales criterios cognitivos del blues. Venenosos y purulentos de ciénagas y oscuridades, embalsaman nuestros rancios referentes, para poner encima de la mesa las nuevas leyes del rock cultivadas en sus campos de algodón. Formados ampliamente en la vieja escuela bluesmen de los años 20 (Skip James, Blind Lemon Jefferson, Charlie Patton…) mantienen la sencillez y el colorido Naiff de aquella época en sus letras, pero con absoluta renovación y modernidad sonora inyectada de psychobilly. Pedregosa y árida (como Texas) ha sido su andadura a través del Lagarto Rock 2009, 3 grabaciones cortas, gira por EEUU en 2010, SXSW, Blues de Cazorla, Monkey Week o Primavera Sound; con el suficiente descaro y los conocimientos más avanzados para hacer que tú solito te pongas la camisa de fuerza. Defendiendo la autogestión como modelo de permanencia y forma de vida, firmaron en 2008 su primer 10” con Subterránea titulado ‘Guadalupe Plata’, en 2010 ‘Split’ (IAJ) a medias con el grupo Chin Yi por el Circuito Joven Andaluz, y en 2012 acaban de darnos en la cara con su ‘Walter Daniels & Guadalupe Plata’ (autoeditado). Su disco ‘Guadalupe Plata’ contiene trece disparos de pura adrenalina. En él psicoanalizamos la mano visible de Paco Loco, Maxi Ruiz (The Hollers) y Pablo Sánchez (producciones peligrosas), en las grabaciones y mezclas. Mike Mariconda ha sido el encargado de masterizar un trabajo que se publicó en formato digital con descarga gratuita, además de presumir con una edición extremadamente limitada en vinilo, preciosista y sugestiva con estampación en pan de plata y pop-up desplegable que completan un estímulo musicopático imparable. Angustia y estrés, narcosis y ofuscación, hipocondría y mucho sexo. 13 combinaciones bizarras de sonidos perezosos y arrastrados con algunos escupitajos de fuego y derrames de derrota. Siempre se les puede etiquetar al lado de The Boss Hog, The Denver Gentleman, 16 Horsepower, The Cramps, Mick Collins, Soledad Brothers o el mejor David Eugene Edward con su extravagante...

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