Silvio, rock hasta el fin
· Diseccionamos la vida y obra del rockero sevillano Llegado este tiempo en el que epidémicamente se extiende el uso del incienso y la exaltación de ciertas figuras y valores (aunque sólo estén presentes por una semana), El Musiquiátrico no puede hacer menos que detenerse en la figura del pionero del rock en el estado español. Hablamos del sevillano Silvio Fernández Melgarejo, cuyo recuerdo vuelve año tras año por Semana Santa, aunque para muchos siempre esté presente, por su devoción hacia esta festividad al tiempo que vivía como nadie, dentro y fuera del escenario, los postulados del rock. Según sus palabras ‘alcoholista‘, que no alcohólico, flamenco en lo espiritual, tradicional, coplero y entrañable, este monstruo al que todavía desconoce el gran público fue, asimismo, el primero en adaptar a sus surrealistas esquemas composiciones de Elvis Presley, Eddie Cochran o James Brown. Por desgracia, la Movida y su negativa a bajarse del burro en términos musicales o estéticos, así como su amor por el desfase autorecetado y la vivencia de otra cosa que no fuera el presente más inmediato lo llevaron a quedar fuera del circuito. Rodeado de músicos excepcionales como El Pájaro de Alcosa, Juanjo Pizarro o Pive Amador, y bajo nombres como Silvio y Sacramento, Silvio y los Diplomáticos o Silvio y Luzbel, fue dando forma a temas propios (‘Aunque no seas virgen’, ‘Sureños’, ‘Betis’…) y reinventando a los grandes con versiones que contenían letras totalmente ajenas a las iniciales pero también magistrales. Cabe citar la que posiblemente sea la más conocida, ‘Stand by me’, adaptada como ‘Rezaré’ y en la que Silvio fue mentando a todas las vírgenes presentes en la ciudad que sería testigo de lo mejor y lo peor de su vida. Para saber más sobre ella, está el magnífico documental de Francisco Bech, A la diestra del cielo, plagada de testimonios interesantes. Porque, como ocurre con Tabletom y Málaga (la última vez que fue visto en esta ciudad iba de juerga con el gran Rockberto), es difícil entender la obra de Silvio sin Sevilla. Aunque, de cualquier modo, el sentimiento, el humor o la fuerza que impregnan sus temas, grandes fármacos contra la depresión, se imponen a esa restricción más o menos espacial. Allí fallecería al poco de haber alcanzado la cincuentena, más o menos olvidado, si bien los grandes nunca mueren: basta que alguien, en algún punto del planeta, silbe una de sus...