Silent Hill, de Akira Yamaoka (1998) | Banda sonora de terror desde Japón

La música de la que están hechas las pesadillas El ingreso de hoy es un agudo caso de enfermedad mental digno de los más oscuros sótanos de la institución musiquiátrica. Ya se sabe lo importante que es una buena banda sonora para una película de terror. Más si es para un videojuego, en el que uno controla en tiempo real los designios del protagonista. Más aún si se trata de un videojuego de «survival-horror», del tipo terror psicológico. Definitivamente más, si el juego en cuestión se titula Silent Hill. Quien más y quien menos recordará la opera prima de una larga y exitosa saga de videojuegos desarrollada por la japonesa Konami y que aún hoy en día sigue sacando nuevos títulos; tristemente, mucho más vistosos en el apartado visual, pero con mucho menor impacto en el plano terrorífico que sus predecesores. En la primera entrega, hace ya catorce años, encarnábamos el papel de Harry Mason, un joven viudo que buscaba desesperadamente a su única hija por las calles de Silent Hill, el pueblo deshabitado que da nombre a la saga. La mayoría del juego se desarrolla en ambientes oscuros, con niebla y poca visibilidad, rodeados de unas pocas criaturas que a veces nos persiguen, aunque la mayor parte del tiempo simplemente estaremos más asustados por lo que imaginamos que pueda aparecer que por lo que realmente aparece (de ahí la coletilla de terror psicológico). El videojuego bebe de fuentes como la película «La escalera de Jacob», otros videojuegos como «Alone in the Dark» o «Resident evil» y elementos de la mitología y el terror japoneses, así como de las pesadillas de los propios guionistas. Como curiosidad, gran parte del juego transcurre en un enorme hospital endemoniado (merece la pena aguantar el video que está sobre estas líneas hasta el minuto 10). Pero lo que nos ocupa sobre todo, es por supuesto el apartado sonoro. Y es que gran parte de la culpa del verdadero pánico que se siente al controlar al protagonista por las calles de Silent Hill es del compositor japonés Akira Yamaoka, responsable de las pistas de audio y de gran parte de los efectos sonoros. Meses después de que el juego saliera al mercado, se publicó una banda sonora de título homónimo que contenía la friolera de 42 temas, la mayoría de corta duración, contenidos en un solo disco que buscaba agrupar la mayor parte de la experiencia sonora del videojuego. El género de esta banda sonora es ciertamente inclasificable, y no sería exagerado bautizarla como música infernal. Salvo unos pocos temas que recogen la cabecera, los distintos finales y algunos momentos emotivos (junto con la...

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Luis de la Pica, el Poeta del Flamenco
Feb23

Luis de la Pica, el Poeta del Flamenco

Trece años han pasado ya desde que el universo flamenco despidiera a Luis de la Pica, cantaor jerezano cuya figura creemos conveniente analizar desde El Musiquiátrico tanto por las curiosas patologías que presenta su caso como por la certeza de que estamos ante uno de los grandes renovadores del cancionero flamenco. Nacido en Jerez de la Frontera en 1951, este artista menudo, con mirada de eterno debate interior, barba blanca y melena al viento, sufrió, desde sus inicios en este arte, una acentuada alergia a la grabación de discos. Así, sólo participó en una obra colectiva, Los Juncales de Jerez. Cayos Reales, ya que su espíritu tempestuoso y libre lo llevaba únicamente a tomar parte en festivales (escasas veces fuera de Andalucía) y fiestas de los que, a menudo, entraba y salía con lo mismo en los bolsillos: nada. No obstante, Luis de la Pica sí se mostró más pródigo a la hora de escribir, una forma de expulsar sus demonios personales que llevaba a cabo con una delicadeza que contrasta con otras letras flamencas. De este modo, temas como la muerte, el amor y sobre todo el desamor (pilares del cancionero flamenco) son trasladados con exquisitez a las estructuras de las soleás, bulerías o alegrías que interpretaba. Entretanto, también soprendió al ser quizá el primero que, en esas coplas, escribía desde la perspectiva de la mujer, como ocurre con las que recientemente interpretaba en directo Marina Heredia por bulerías, empeñada, junto a artistas jerezanos como El Torta, en reavivar el legado de este artista sin par. Por otro lado, en sus letras tampoco faltan referencias a la naturaleza, muy en sintonía con cantaores como El Cabrero, afrontadas casi siempre desde un punto de vista bastante trágico. Finalmente, en lo que respecta a la faceta cantaora de Luis de la Pica, no creo que, como sostienen algunos teóricos, sea un cantaor menor aunque careciera de un gran timbre. Otra cuestión es que, como ocurre con los grandes, no se le pueda aplicar el calificativo de enciclopédico al no dominar (o al menos públicamente) un buen número de cantes. Sin embargo, como dijera en su día Paco Vargas, soy partidario de la opinión de que El Pica, admirado profundamente por Camarón, creó nuevas veredas en estilos como los referidos anteriormente, así como en los tangos o en el cuplé por bulerías. En tiempos de vacío y angustia, también extensible a las letras flamencas, bien vienen un par de pildorazos por parte de Luis de la Pica precedidos por su grito de guerra: ‘¡Viva Paula y...

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