Andrés Calamaro y Gustavo Cordera, violencia en la red
Ago16

Andrés Calamaro y Gustavo Cordera, violencia en la red

Sin embargo, la cosa varía en casos como éste, ya que en lugar de a dos descerebrados recién paridos por la industria discográfica, hallamos inmersos en la polémica a un par de grandes del rock latinoamericano, nada menos que Andrés Calamaro y Gustavo Cordera. Aunque ninguno de los dos haya estado nunca lo que se dice muy bueno de la cabeza, lo cierto es que en esta ocasión las declaraciones han ido subiendo de tono. De Calamaro, al que sometimos a un profundo examen, poco más se puede decir en el plano musical, aunque esa musicopatía ha derivado en comportamientos mordaces, de arremeter con todo y contra todo, tanto encima de las tablas como –sobre todo- fuera de los escenarios. También es destacable lo hiperbólico de sus manifestaciones, que recuerdan a mi abuelo, ya que un día es capaz de afirmar que El Torta es el mejor cantaor de la historia de Jerez para decir, apenas unas horas después, que el honor lo ostenta el Capullo y que nunca habrá otro como él. Las comprobaciones pueden hacerse en su blog personal. Mientras, Cordera, uno de los puntales de Bersuit Vergarabat, ha acaparado asimismo portadas por sus excesos verbales y singulares comportamientos, los mismos que lo llevaron a dejarlo todo absolutamente para dedicarse a la música tras volver del Carnaval de Brasil o a pelearse con los demás integrantes del mítico combo argentino. Sea como fuere, decíamos en esta ocasión porque, hace ya dos años, mantuvieron una disputa similar a propósito de los comentarios que Calamaro profirió en un concierto en Uruguay contra el público del país que desde hace algún tiempo acoge a Cordera. Por aquel entonces, Cordera aludió a la necesidad de El Salmón de “inventar un monstruo” con el que combatir, ya fuera el público uruguayo, Charly García o el que tocara. Mientras, el aludido aprovechó para mofarse tanto del apego del ex líder de Bersuit por Uruguay como de García, al que también ha alabado dependiendo del día o de lo consumido. Algo ha llovido ya desde entonces, y ha habido tiempo para todo. Por ejemplo, para que Calamaro, después de una lluvia de críticas a propósito de alguna de sus divagaciones vía Twitter (es difícil recordar cuál de ellas), decidiera abruptamente dejar la red de microblogging y animar a la gente a coger sus 140 caracteres y “metérselos profundo en el medio del ojete”. Ni que decir tiene que el rockero no aguantó demasiado antes de volver a ella a seguir dando guerra, siendo una de sus intervenciones más conocidas aquella en la que, hace unas semanas, narraba cómo iba cometiendo un asesinato, cuestión que...

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Pappo Napolitano, icono y mártir del blues en Argentina
Ago02

Pappo Napolitano, icono y mártir del blues en Argentina

Corría el 25 de Febrero de 2005 cuando dos motos, en las que viajaban padre e hijo, se rozaron haciendo que el primero cayera al suelo. Un coche que circulaba en sentido contrario arrolló primero a la moto y luego a su ocupante. Al descender del vehículo, su piloto comprobó que había terminado involuntariamente con la vida de su ídolo, el bluesman Pappo Napolitano. Nacido en 1950, Pappo no hubiera desentonado en absoluto en una de las celdas de El Musiquiátrico. Absorbiendo la tradición cultural yanki presente en Argentina, y no sin empeño, consiguió consolidar el blues del cono sur, mostrando una compulsiva adicción a este género de penas tamizadas con alcohol, de noches sin fin, de canalleo y reivindicación a través de los lastimeros arranques de una guitarra. Con diecisiete añitos, el personaje cuyo estudio nos ocupa se enroló en Los Abuelos de la Nada, comandados por Miguel Abuelo para, con su guitarra, dar otros bríos –y caña, evidentemente- al grupo en el que después militaría Andrés Calamaro. Y de una banda histórica a otra, Los Gatos de Lito Nebbia, con los que firmó dos discos. Pero el singular y melenudo guitarrista veía que sus aspiraciones no iban por esas veredas musicopáticas, por lo que en busca de otras formó a comienzos de los setenta Pappo’s Blues, banda con la que empezó a grabar su nombre en la memoria colectiva y por la que pasaron músicos como David Lebón, Alejandro Medina o Black Amaya. Inquieto, aunque también afectado por la dificultad de consolidar una banda estable, en los ochenta Pappo fundó Riff, con una idea similar a la de Pappo’s Blues pero con aproximaciones a otras músicas virales como el hard rock. Años de gloria y giras sin fin por su país y también por los EEUU, coincidiendo, y tocando, con musicópatas del calibre de B. B. King, Robert Plant, Mick Taylor o Edgar Winter. Tras su experiencia con los Widowmakers, formación en la que militaban diversos músicos estadounidenses, los noventa fueron años en los que se alternaron los conciertos de Pappo en solitario con el retorno de Pappo’s Blues, como aquel en el que, rodeado de colaboradores, permaneció tocando por espacio de diez horas en el Estadio Obras. Y tampoco pasaba nada si no era su día o el melocotón no le permitía seguir en mitad de un punteo: aunque quizás fuera el más grande, Frank Zappa no fue el único que ejercía tanto de guitarrista como de showman. Por otra parte, hasta su fallecimiento, tan digno de un rockstar como triste, Pappo no escatimó en colaboraciones como padre del hard rock y el blues con una...

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Andrés Calamaro, el camino del Salmón (Parte I)

· Sometemos a un completo análisis al rockero argentino Aunque el género se le quede corto, no cabe duda de que el rock es aquel al que podemos adscribir con más naturalidad a Andrés Calamaro, sin duda sobrado de méritos para entrar en El Musiquiátrico bajo ingreso obligatorio. Además de por sus benditos y recordados arrebatos de locura (por el menor de ellos protagonizó una surrealista declaración en un juicio por apología de la droga), en Calamaro late la enfermedad, o filosofía, del Salmón, sobrenombre por el que también es conocido. Así, como el animalico, gusta de ir siempre a contracorriente, en el arte y fuera de él, lo que le ha llevado a caminos musicopáticos oscuros e insospechados, al tango, al flamenco o a la cumbia, a reivindicar y versionar a los grandes de cada género. Solvente con la guitarra y diversos instrumentos, pero destacando con los teclados, Calamaro militó en varios grupos en su juventud junto a músicos como Gringui Herrera, que luego lo acompañaría en diversos tramos de su carrera, Sergio y Eduardo Makaroff (Gotan Project) o Gustavo Cerati, si bien comenzaría a ganar fama al incorporarse como teclista a Los Abuelos de la Nada. Comandada por Miguel Abuelo, en la histórica formación argentina no tardaron en salir a flote las composiciones de Andrés, letrista preciso, exquisito, mordaz cuando debe y de lo más polivalente, que para 1984 ya tenía su primer disco en solitario en el mercado. Tras dejar la banda, y habiendo tocado con Charly García o Spinetta, se lanzó a grabar varios discos en solitario al tiempo que ejercía como productor, algo que lo sumergió aún más en su ya sobrealimentada musicopatía. En 1990, llega a España y forma Los Rodríguez, una de las bandas más importantes y epidémicas de rock en castellano, todo un fenómeno masivo en el que figuraban Ariel Rot, Germán Vilella y los desaparecidos Julián Infante y Daniel Zamora. Sobra recordar sus logros, el derroche de clase hasta el final y sus temas más señeros, como ‘Canal 69‘, ‘Sin Documentos’, ‘Mi enfermedad’ o ‘Aquí no podemos hacerlo’. Sin embargo, el verdadero destape a nivel de ventas de Calamaro llega tras el final del grupo y la publicación de ‘Alta Suciedad’, grabado con algunos de los mejores músicos de Nueva York, caso del maestro Marc Ribot, con composiciones redondas y memorables que van mucho más allá de ‘Flaca’ y ‘Loco’, temas explotados de más en las radiofórmulas. Sobre todo, conteniendo dosis musicales como ‘Media Verónica’, ‘Donde manda marinero‘ o ‘El novio del olvido’, con letras y una producción cuidadas al detalle, sin olvidarnos de la tremendamente psicotrópica ‘Nunca es igual’,...

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