Parálisis Permanente en impoluto negro | Prehistorias del punk español

· Aludiendo a lo tétrico y a lo macabro pretendieron practicar la autosuficiencia como claro síntoma del trastorno antisocial de la personalidad. Los primeros pespuntes de paralización permanente se manifestaron a principios de los ’80, recomponiendo los pedazos de Alaska y los Pegamoides. Estos pioneros del sonido oscuro sembraron una oleada siniestra en una península que se despertaba tras varias décadas de letargo cultural. Bastaron varias grabaciones simples y el disco ‘El acto’ para que su breve recorrido se convirtiera en memorable, digno de recibir ofrendas en los altares del underground. No descuidaron una lírica de carácter enfermizo y decadente ni la composición musical, alejándose de la tendencia pop jovial y facilona que se podía atribuir a otros proyectos encasillados en la renombrada Movida madrileña, al ritmo que se acercaban a las propuestas de grupos como Décima Víctima o Gabinete Caligari (con los que compartirían la edición de un EP en 1981). Algunas de sus rastreables influencias extranjeras serían Killing Joke, Theatre of Hate y UK Decay. Escribieron un evangelio del dolor, donde las pesadillas y la angustia existencial cobraban vida bajo una estudiada estética gótica; tampoco dejaron de lado la redacción de su propio manual de la perversidad, aludiendo al sexo malvado con temas como: ‘Adictos a la lujuria’, ‘Te gustará’, ‘Tengo un precio’, ‘Esa extraña sonrisa’ o la instrumental ‘Bacanal’. Ascendieron un escalón superior, más refinado, respecto a la tendencia generalizada en el punk español. No se pudo comprobar si la percepción de posesión alienígena patente en el tema ‘Tengo un pasajero’, se debía a la proliferación de alucinaciones hipnogógicas de apariencia real provocadas por la parálisis del sueño, o si se trató de un hecho contrastable. Con toda seguridad podemos afirmar que el visionado de la película Alien (1979, Ridley Scott) contribuyó a aportar un componente de realidad a la vivencia relatada. Tras la automovilística muerte de un veinteañero, Eduardo Benavente, el grupo decide disolverse desembocando en los Seres Vacíos; que en un principio continuaron el camino que iniciaron con Parálisis Permanente con la voz femenina de Ana Curra, aunque más adelante mostraron tendencias ligeramente diferenciadas. Programa: La Edad de Oro – Homenaje a Eduardo Benavente: Bajo el título ‘Ana Curra presenta El acto’, el pasado 9 de Marzo de 2012 se ofreció un concierto integrado por el repertorio del extinto grupo en el ‘Teatro Kapital de Madrid’. Viene siendo habitual presenciar revivals de grupos históricos, que en este caso – según las palabras de Ana Curra – se debe a una causa personal pendiente que no había podido asumir hasta ahora. De ellos nos quedan cepas musicopáticas como el mítico himno adolescente post-punk llamado ‘Autosuficiencia’,...

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Kaka de Luxe: patetismo musical y perversidad lírica | Prehistorias del punk

· Kaka de Luxe en las consultas del Musiquiátrico Corría noviembre de 1977 en España cuando un grupo de jóvenes variopintos, denominados como La Liviandad del imperdible, inauguraron un proyecto de creación interdisciplinar sin vocación alguna de trascendencia inspirado en los berridos del recién nacido punk londinense. Costó poco para que una parte de esta aleatoria reunión de inexpertos musicópatas se concretara en la creación musical renombrada Kaka de Luxe, con la que publicarían un EP antológico, y que sería el intento de salir de los putrefactos patrones de la radio fórmula, eficaz inhibidora de los brotes musiquiátricos más creativos, definiendo un contexto sonoro más allá del concepto del tedio militante. Además de extremadamente jóvenes eran muchas cosas: escritores, músicos, elementos afianzados en la prensa marginal. Sus contemporáneos tacharon sus pinitos en los escenarios de farsa por su falta de formación musical, de forma que el reconocimiento no llegó hasta la reedición de uno de sus ensayos bajo el título ‘Las canciones malditas’ (1983). Su procedencia no era suburbial pero desembocaron precozmente en el árido terreno del underground peninsular, desde cuyas trincheras tantearon la autogestión gracias a su fanzine Kaka de Luxe y a la venta de discos y ropa usada en un tenderete del rastro madrileño. Con los escasos temas que nos regalaron rompieron moldes tocando mal sus canciones, que estaban imbuidas de ideas subversivas contra la producción seriada destinada a la masa consumidora. En sus conciertos derrocharon una actitud crecientemente provocadora, lanzando objetos de diversa índole al público. Amalgamaron en una coctelera perversión, pulcritud, snobismo elegante y grandes dosis de excentricismo. Cual semillas esparcidas en el horizonte, los componentes de Kaka de Luxe extendieron su aberrante prolijidad en otros grupos como Alaska y los Pegamoides y sus subsiguientes, Paraíso, La Mode, Radio Futura, Parálisis permanente, Ejecutivos Agresivos y Décima Víctima; una epidemia musiquiátrica que seguimos investigando desde cerca en el...

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