LEIZE: La cara B del rock

Accedieron entre grititos en la planta baja, entonando cual súplica un diagnóstico, que mitigara sus arranques epiléptico-rockeros, que permitiera mantenerlos criogenizados en la eterna iconografía del rock Los Leize consiguieron editar su primer LP en 1988, cuando ya hacía algunos años que había pasado la golden age del rock en Iberia. El disco, llamado «Devorando las calles», debería haber supuesto una excelente carta de presentación en el mundo rockero de habla hispana, pero mostraba un clamoroso error ortográfico en la portada -la palabra devorando aparecía escrita con b-, lo que hizo que el LP se acabase (mal)vendiendo a 495 pesetas -un servidor lo compró a ese módico precio de la extinta Discoplay- y que se convirtiera, a la postre, en una importante rémora para la banda, que ya desde el principio y para siempre pareció incrustarse a la fuerza en esa subterránea corriente del rock que no tiene dinero ni para serigrafiar cutremente doscientas camisetas. Ese rock que nunca llenará estadios. El sonido del disco es tan precario como contundentes y acabadas son sus diferentes composiciones, destacándose el tema anti-heroína «Absurdo», la revulsiva «La Rueda» o el largo y acompasado «Príncipes de placer», que cierra elocuentemente la grabación. Más de algún pretencioso rockero urbanita -sin duda Barricada, tal vez el Rosendo más movidete– hubiera matado en la época por agenciarse algún tema de «DeBorando las calles». A pesar de esta magnífica dificultad, los Leize no cejaron en su empeño de seguir con la música, y ello a pesar de que el rock and roll -como diría el bueno de Rockberto, Dios lo tenga en su seno– los iba a matar. De ese ímpetu, y contra viento y marea, es de donde saldrán los discos «Buscando… Mirando» (1989), «Acosándome» (1991), «Loca pasión» (1993) y «Todo por el suelo» (1995), grabaciones todas ellas que -sin más elocuencias que las necesarias en estos menesteres- supieron conjugar a la perfección la realidad más urbanita y aguerrida con las líricas más emotivas. Por entonces, alguien demasiado despistado -o demasiado listillo- intentó amparar a los Leize bajo ese amplio paraguas mediático que el PNV o sus escritores underground a sueldo, que vienen a ser lo mismo, llamaron Rock Radikal Vasco: los Leize eran rock sin duda, y radicales a su modo. También eran circunstancialmente vascos, y más concretamente de Zestoa, Euskadi profunda. Sin embargo, no vivían aquella ya clásica triada como les hubiera gustado a muchos críticos, discográficas y promotores de conciertos. Ahí, y en otras circunstancias periféricas, es donde los Leize chocaron con el más innegable ostracismo: no se podía ser alguien dentro del rock vasco si no se elevaban grandiosas odas a la...

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La banda Narco internada bajo ingreso obligatorio en el Musiquiátrico
Feb17

La banda Narco internada bajo ingreso obligatorio en el Musiquiátrico

Tras las reformas de varias celdas acolchadas especiales y el acondicionamiento de las salas de interrogatorio, el Musiquiátrico se encuentra preparado para internar a una banda de peligrosos narcos, recién importados de Sevilla para su reclusión. El Departamento de Narcóticos asegura que se trata de algunos de los componentes de una antigua banda llamada ‘Lumpen’, originales del barrio sevillano de La Macarena, que desde el 96 llevan operando bajo el nombre de ‘Narco’. Ahora, en el Musiquiátrico, hemos procedido a su ingreso obligatorio bajo orden judicial y revisamos todo el material incautado para una vez más, dosificarlo y utilizarlo como tratamiento para vosotros, nuestros musicópatas. Después de su primer trabajo de narco-rap-metal-core, con la colaboración de ‘Dr. Bad’ y del ‘comando Def‘, habían logrado intoxicar a tantos musicópatas que ya empezaba a ser una banda relevante para las autoridades musiquiátricas. Esto sin duda los animó a ir un paso más allá: afirmar en once talegos de rapcore que ‘Satán Vive’, y a difundir la epidemia por toda España. Los componentes de la banda Narco fueron identificados como el Chato Chungo, Vikingo MD, el Abogado del Diablo, el Amnésico y el Manpulador, y al volante de vinilo, el DJ Muerte. Fueron perseguidos por las autoridades musiquiátricas por todo el país, pero la epidemia era ya imparable. Y como cabía esperar, con su siguiente operación llamada ‘Talego Pon Pon’, los Narco entraron en las más altas esferas del rock español. Como un ‘Chaparrón de Plomo’, los Narco siguen con sus actos de terrorismo ideológicoy tráfi-core musiquiátrico, e incluso se atreven a grabar y difundir una de sus intervenciones en la Sala Caracol de Madrid, «material que la DGP española nos han facilitado para su estudio:» Se conoce que uno de los porta-voces de la banda, el Chato Chungo, abandona la organización en 2003, algo que no evita que los Narco sigan evolucionando en el ‘Registro de Penados y Rebeldes’. En su afán de expandir su epidemia los Narco incluyen un virus en su CD en forma de juego: ‘Matanza Cofrade’; aunque los más casposos antibióticos capillitas de la Sevilla Sacra supieron combatir la epidemia a base de denuncias que retiraron del mercado miles de ejemplares y que provocaron el cierre de la Web de Narco. Juicios, críticas, fundamentalistas religiosos influyentes… Narco tardaría un año en disolverse oficialmente, aunque el Musiquiátrico no cesa en la busca y captura de los elementos de la banda, observando sus brotes musicóticos por separado como en el caso de Vikingo MD, y repasando una y otra vez su material para su uso en tratamientos de musicopatías graves. Pero en 2008, nuestras sospechas se hacen realidad, y...

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