The Milkyway Express, vagones de rock and blues en el cielo de Sevilla

Hard Rock Boogie de Delta Blues en «One day in Summer» Hace casi una década que se expande este virus musicopático de auténtico rock and blues, por culpa de cinco multiinstrumentistas polifónicos infestados del verdadero y primigenio sonido del blues del Delta. Melenudos y desaliñados hijos bastardos del Silvio más sevillano y la Americana music más sureña, ingresan en nuestro frenopático musical. Su primer álbum, homónimo, grabado en Dreesing Room estudio, sorprendió a los más críticos y experimentados en asignaturas musicopáticas de su género, habiendo sido autofinanciado y careciendo de contrato discográfico, ni falta que les hacía. Este primer disco de The Milkyway Express estaba empapado de andaluz country Alt rock, blues y folk psicodélico con visos de rhythm´n blues. Carlos Yáñez (voz principal, guitarra acústica, batería ocasional, saxo alto y mézmar de cuerno). Álvaro Aspe (voz, armónicas, banjo, theremín y bajo ocasional). Fernando Faces (voz, guitarras acústicas, eléctricas y mandolina). Sleepy James (bajo y guitarras acústicas). Y Antonio Molinero, Tony Picante , (batería, sitar, saz y guitarra acústica). Dosifican una gran puesta en escena de innumerables instrumentos intercambiables y tratan siempre de aplicar esta farmacología, tanto en estudio como en sus directos, consiguiendo mantener la frescura y la imprevisibilidad de su doctorado en rock. Recuperan la estridente cornetita del mézmar. Acuden al sonido de las pelis de serie B hollywoodienses gracias al theremín, eterófono que suena a algo entre la voz humana y el violonchelo, ambientando inmejorablemente, como en aquellas grabaciones cinematográficas de ciencia ficción y de terror anteriores al uso del sintetizador. Ya lo usaba el malogrado Brian Jones en el “Please go home” de los Rollings; además de ser frecuente en Pink Floyd, Nine Inch Nails e incluso en Los Planetas o The Mars Volta. Nos enredan con el Baglamá turco (de amplificación eléctrica) y el harrisoniano sitar indio, de sonido metalizado y estupefaciente, con sus mareantes y característicos glissandos. En definitiva, al mismo nivel que Alan “Blind Owl” Wilson y sus secuaces de Canned Heat, encuentran el perfecto consenso entre blues y rock boogie potenciando las habilidades de improvisación que se les presumía a los grandes bluesmen. Mezclan rock and roll con Swamp rock al estilo de John Fogerty en la Creedence Clearwater Revival. Y fusionan la fuerza saturada del blues rock con una rebelde imagen sureña y la arrogancia del hard rock, como en los mejores momentos de Ronnie Van Zant con los Lynyrd Skynyrd (tan alegremente contagiados por la British Invasion- Free, The Yardbirds, The Beatles…-). Su segunda granada de mano está prevista para el mes de septiembre. Su título será “One day in summer”. Grabado íntegramente en directo en los estudios Sputnik...

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Chicken Congress, duros plumazos del Chicago Blues

Irresistible receta de blues con pollo en nuestro menú musiquiátrico Importado directamente desde la ciudad del viento nos llega un potentísimo y vírico blues de garrafa, que ha sido destilado gota a gota durante años por estos pollos musicópatas de plumas muy negras, pasando la aduana sin problemas con las damajuanas a rebosar de duro veneno rock´n blues. Se extiende sin remisión la plaga jump, shuffle, boogie, country blues,… y los doctores desisten en su intento de controlarla. En 2007 nace esta formación intergeneracional granadina que alista en sus filas a cuatro energúmenos musicales cuya trayectoria individual justifica los extensos informes musiquiátricos que obligan inevitablemente a su ingreso urgente. Los Chicken Congress comenzaron su andadura con versiones de blues eléctrico evolucionando con celeridad y un pesado equipaje rockero hacia sonidos más duros y personales. Influidos patológicamente por el auténtico rock depurado de los 70 y sobre todo el blues de Chicago, verdadero estigma musicofílico que les empuja a subirse al escenario. Más de 20 temas propios junto a clásicos rebañados de la primera mitad del siglo xx configuran su aportación creativa al rock and roll, habiendo materializado sus desajustes mentales en un discazo homónimo en 2011 elaborado de principio a fín en Curva Polar. Once ingredientes originales y una versión de regalo, componen esta fórmula magistral de prescripción obligatoria para todos los orates del mejor blues, el rock visceral, los sonidos psicodélicos y la rudeza sureña. Este congreso de pollos con las garras muy bien afiladas, sólo se entiende psicoanalizando a cada uno de sus miembros por separado, en celdas de aislamiento. Tony Molina (o Tony Mill), “el niño prodigio de la guitarra” que lleva desde los 12 años desgarrándola al más alto nivel, ha compartido escenario como invitado especial-en el Blues de Cazorla, el Alexis Viernes y otros tantos sucios rincones negros del rock con raíces-con las bestias del género: Otis Grand, Gene Taylor ( Fabulous Thunderbirds ), Nick Curran, Sax Gordon, Mingo Balaguer, Kirk Fletcher, el mítico y epiléptico guitarrista fundador de la Blues Band de Granada, Joaquín Sánchez, Los Lagartos, The Blind Lemons, Lito Blues Band, Malayerba, King Bee, Los Embluesteros, Blues de Bellota, Los Destilados,…y como parece que le sobra tiempo, aprende al lado de Kiko Aguado las claves del jazz y en el conservatorio algunos picotazos de guitarra clásica. Tony “El Oso” Travé, voz y guitarra, es el verdadero y único crooner duro del rock de nuestro sanatorio musicopático. Es el garganta profunda de elevada inspiración que cualquier Big Band soñaría tener al frente de su formación. Fundador de innumerables proyectos a lo largo de su dilatada experiencia bluesera (Blues and Beer, Bluestamina, Los...

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