La revolución no será televisada pero será cantada
Nov07

La revolución no será televisada pero será cantada

En el Musiquiátrico ya hemos prestado atención a actos protesta de musicópatas de todo el mundo, como el de las Pussy Riot que tanto dieron y darán que hablar, o el de Javier Krahe, que aún sigue oliendo en la cocina. Pero hoy nos vamos a centrar en auténticos himnos que han recorrido el mundo, denunciando las injusticias llevadas a cabo por los mandatarios. Muchos murieron por defender sus ideales, por luchar contra la opresión y la injusticia, y otros muchos tuvieron que abandonar su hogar por pensar de manera prohibida. En esta recopilación no están todos los que son, pero son todos los que están, revolucionarios que lucharon con el arma más poderosa: abrir los ojos al pueblo. Existen muchas maneras de someter a un pueblo. Los peores dictadores se refugiaban en falsas democracias, y creaban su propia verdad a partir de la mentira y la manipulación. Latinoamérica sabe como nadie de lo que estoy hablando, aunque no son los únicos, ya que hoy en día esto es habitual a lo largo y ancho del globo terráqueo. Sin embargo, cada dictador, cada general, cada comandante, cada uno de los presidentes de gobierno y primeros ministros de todos y cada uno de los países del mundo temen a la misma cosa, La Verdad, y sobre todo, tienen miedo de quién la cuenta. Uno de esos hombres que provocaron el miedo en sus mandatarios fue el eterno revolucionario chileno Victor Jara, torturado y asesinado por las fuerzas de represión de Augusto Pinochet, que cantaba usando palabras de Emiliano Zapata, «sólo quiero Tierra y Libertad«. Victor Jara fue asesinado por las fuerzas de Pinochet en el Estadio Chile en septiembre de 1973. Uno de los grandes himnos de la revolución de los pueblos lo engalonó Quilapayun, también chilenos, exiliados de su país en 1973, con la entrada al poder de Augusto Pinochet. La historia de Quilapayun estuvo íntimamente ligada a la de Víctor Jara, y su destino hubiese sido el mismo, de no ser por que la misma semana del golpe de estado y represión posterior de Pinochet, Quilapayun estaba dando un concierto en Francia, donde empezó su exilio forzado hasta 1989. Su himno de cabecera, «el pueblo unido jamás será vencido» desató una batalla campal durante su concierto en el Festival de Viña del Mar en 1973. Ese día, semanas antes del golpe de estado, el país estaba dividido entre los que apoyaban a Pinochet, y los que se oponían a él, la mayoría seguidores de Quilapayun y Victor Jara. El festival tuvo que ser suspendido por la batalla campal que se desató en el público al oir la música...

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Hora Zulu – Siempre Soñé Saber Sobre Nadie Negó Nunca Nada – Crítica
May18

Hora Zulu – Siempre Soñé Saber Sobre Nadie Negó Nunca Nada – Crítica

· Quinto trabajo de estudio de los que fueran abanderados del rap metal español A pesar de que la obsesión constante de un músico es superarse con cada obra creada, hay veces que el listón que marca la genialidad del primer trabajo es casi imposible de superar. O al menos así hay muchos que lo creen. Algo parecido les pasa a Hora Zulu. Tras una década subidos a los escenarios y cinco discos publicados (‘Siempre Soñé Saber Sobre Nadie Negó Nunca Nada’ supone el quinto), el mayor enemigo que se han encontrado por el camino es el monstruo llamado ‘Me Duele de Decirlo’, contra quién no pararon de luchar hasta que consiguieron aprender a convivir con él. Y con ese espíritu parece nacer este nuevo disco de Hora Zulu, sin ninguna intención de competir contra los anteriores, pero sabiendo que no puede permitir que ninguno le mire por encima del hombro. Lo único reprochable son los cuatro interludios con los que cuenta el disco. Cortes homenaje a grandes maestros como Enrique Morente, Carlos Cano, Rafael de León y Emilio ‘El Moro’ pero que cortan un poco el ritmo del disco. Pero, aún así, es de honrar que sean capaces de acordarse de grandes musicópatas de otros géneros tan dispares. Con el interludio a ‘Don Enrique’ comienza el disco, para dar paso a ‘Mis Barraqueras’, una canción con un principio al más puro estilo Hora Zulu, con el sello inconfundible de Paco Luque a la guitarra y una de las que puedan tener una más rápida aceptación entre los no iniciados. Y ya podemos empezar a descubrir el carácter introspectivo que marcan las letras de Aitor Velázquez en este brote musiquiátrico. Un halo de oscuridad da comienzo a ‘Gabinas de Cocheros’, un medio tiempo asequible para raudos rapeos de antaño, pero que Aitor no aprovecha. Demostración de que no es un disco más al uso, sino que es fruto de un arduo trabajo que marcará una época en el sonido de la banda. Sirenas anuncian el comienzo de ‘Que La Tierra Te Sea Leve (S.T.T.L.)’, y no anuncian otra cosa que la contundencia de la batería de Javi Cordovilla. Un batería siempre genial y único en la capacidad de no adornarse más de lo necesario, pero completar la canción a la perfección. Además, como siempre, el pequeño guiño a los sonidos árabes que siempre realizan los de la ciudad de La Alhambra y el sonido de las guitarras flamencas entremezclándose con los punteos imposibles de Paco Luque. Y llega la calma con una de las que para nuestro equipo de Doctores es la sorpresa del disco: ‘Crom en su montaña’....

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