La revolución no será televisada pero será cantada

Recopilación de grandes canciones protesta y musicópatas revolucionarios

En el Musiquiátrico ya hemos prestado atención a actos protesta de musicópatas de todo el mundo, como el de las Pussy Riot que tanto dieron y darán que hablar, o el de Javier Krahe, que aún sigue oliendo en la cocina. Pero hoy nos vamos a centrar en auténticos himnos que han recorrido el mundo, denunciando las injusticias llevadas a cabo por los mandatarios.

Muchos murieron por defender sus ideales, por luchar contra la opresión y la injusticia, y otros muchos tuvieron que abandonar su hogar por pensar de manera prohibida. En esta recopilación no están todos los que son, pero son todos los que están, revolucionarios que lucharon con el arma más poderosa: abrir los ojos al pueblo.

Existen muchas maneras de someter a un pueblo. Los peores dictadores se refugiaban en falsas democracias, y creaban su propia verdad a partir de la mentira y la manipulación. Latinoamérica sabe como nadie de lo que estoy hablando, aunque no son los únicos, ya que hoy en día esto es habitual a lo largo y ancho del globo terráqueo.

Sin embargo, cada dictador, cada general, cada comandante, cada uno de los presidentes de gobierno y primeros ministros de todos y cada uno de los países del mundo temen a la misma cosa, La Verdad, y sobre todo, tienen miedo de quién la cuenta.

Uno de esos hombres que provocaron el miedo en sus mandatarios fue el eterno revolucionario chileno Victor Jara, torturado y asesinado por las fuerzas de represión de Augusto Pinochet, que cantaba usando palabras de Emiliano Zapata, «sólo quiero Tierra y Libertad«. Victor Jara fue asesinado por las fuerzas de Pinochet en el Estadio Chile en septiembre de 1973.

Uno de los grandes himnos de la revolución de los pueblos lo engalonó Quilapayun, también chilenos, exiliados de su país en 1973, con la entrada al poder de Augusto Pinochet. La historia de Quilapayun estuvo íntimamente ligada a la de Víctor Jara, y su destino hubiese sido el mismo, de no ser por que la misma semana del golpe de estado y represión posterior de Pinochet, Quilapayun estaba dando un concierto en Francia, donde empezó su exilio forzado hasta 1989.

Su himno de cabecera, «el pueblo unido jamás será vencido» desató una batalla campal durante su concierto en el Festival de Viña del Mar en 1973. Ese día, semanas antes del golpe de estado, el país estaba dividido entre los que apoyaban a Pinochet, y los que se oponían a él, la mayoría seguidores de Quilapayun y Victor Jara. El festival tuvo que ser suspendido por la batalla campal que se desató en el público al oir la música y el mensaje revolucionario de Quilapayun.

Pero si alguien sabe de revolución, eso son los cubanos, ellos que llevan más de 50 años inmersos en una que no termina de arrancar, y algunos llevan desde el principio revolucionando la revolución. Uno de ellos fue Carlos Puebla, que cantaba al revolucionario por excelencia Ernesto «Che» Guevara, despidiéndolo tras su salida de Cuba usando las ya famosas palabras «Hasta Siempre Comandante«. Esta canción se ha versionado en más de 200 ocasiones, entre las que caben destacar las de Compay Segundo, Buena Vista Social Club o Joan Baez.

Siguiendo la ruta del Ché, de Cuba nos mudamos hasta Argentina, casa de indígenas amerindios exterminados por los conquistadores europeos. La herencia cultural de estos primeros pobladores argentinos se ha ido perdiendo a lo largo de los siglos bajo los cánones católicos impuestos por los europeos, aunque aún quedan resquicios de lo que fue una de las mayores civilizaciones de la antigüedad. Uno de estos pueblos indígenas de los que aún quedan supervivientes son los diaguitas, o paccioca como ellos se autodenominaban. Los diaguitas sobre el siglo IX se extendían desde el noroeste de Argentina hasta el norte de Chile, y tenían un idioma común, el Cacán. Los diaguitas defendieron su territorio de los conquistadores españoles durante casi 200 años hasta el siglo XVIII. Sin embargo, poco pudieron hacer frente a la pólvora y los cañones de la moderna «civilización» europea.

Descendiente de diaguitas, Mercedes Sosa se convirtió en La voz de América 300 años más tarde. Ella relató los sucesos que diezmaron a su pueblo y su cultura y se autodenominó Cantora en vez de cantante, recogiendo las palabras de Facundo Cabral «Cantante es el que puede y cantor el que debe«.

Y otra de las mujeres que cantaron a la revolución fue Chavela Vargas, que abandonó este mundo hace escasos meses. Ella fue revolucionaria de corazón, con 81 años declaró que era lesbiana, fumaba y bebía y vestía como un hombre, y cantaba las rancheras que siempre habían estado reservadas a los hombres. Uno de sus discos se llamó «Corridos de la revolución«, donde recoge las historias acaecidas durante la revolución mexicana, con nombre y apellido. Como la de Simón Blanco, Benito Canales o Heraclio Bernal.

Siguiendo por Latinoamérica, nos paramos en Uruguay, concretamente en Montevideo, ciudad que vio nacer a otro ilustre musicópata revolucionario, Quintín Cabrera. No obstante, con sólo 24 años, Quintín Cabrera abandonó Uruguay y se asentó en España. Corrían los últimos años de la década de los 60, los últimos de la dictadura franquista, y Quintín llegó a España sintiéndose republicano. El uruguayo tuvo parte de culpa del movimiento contestatario y antisistema de principios de los 70, lo que se ha llamado canción protesta española. Paco Ibañez, Raimon, Jarcha o Carlos Cano también formaron parte de este movimiento, que hoy de nuevo, continúa vigente y con más fuerza que nunca.

Ya que estamos en España, no podíamos pasar por alto a los españoles, que también protestaron y protestan y protestarán, al menos mientras se sigan recordando las palabras de los que ya lucharon. Uno de los que nunca han parado de luchar es Paco Ibañez. Cargado con sus dos poderosas armas, una mente lúcida y una guitarra bien afinada, hizo frente al franquismo y fue censurado por la dictadura, por lo que se convirtió en una estrella en París, hasta que pudo volver a España en 1975.

Continuamos sin movernos de España, pero si de estilo, y vamos a pasar a otros que también protestan, alto y claro, sobre toda la porquería que se mueve en el sistema. Su nombre lo dice todo, Habeas Corpus, ellos conocen la ley y la trampa, y lo cuentan como mejor saben hacerlo: llamando «A las cosas por su nombre«.

Y continuando con la fuerza y la rabia del metal, volvemos a viajar a Estados Unidos, donde a principios de los noventa, unos chavales volvieron  a revolucionar el sistema con su mensaje anticapitalista y antibelicista. Su nombre conocido por todos, Rage Against The Machine, y su mensaje políticamente incorrecto ha dado la vuelta al mundo con la fuerza de una turbina nuclear.

Y si hablamos de canción protesta en Estados Unídos, No podíamos olvidar a Joan Baez. La reina de la canción protesta atacó al sistema desde dentro, luchando junto a Martin Luther King por los derechos de los afroamericanos o actuando activamente contra la guerra de Vietnam, lo que le llevó a la carcel por no pagar unos impuestos que irían destinados a armamento. En 1974 graba el disco «Gracias a la Vida«, cantado en español y dedicado a las víctimas de Pinochet. Sus letras se proclamaron como el mayor discurso antibelicista, y sus canciones se han convertido en himnos para la lucha pacífica por los derechos de los más indefensos.

La revolución no será televisada, pero será narrada en las canciones de los que nunca se callarán.

Author: Dr. Evo Fdez.

Musicópata de nacimiento, sus padres notaron algo raro en él cuando de pequeño lloraba afinado, por eso lo mandaron internado al Musiquiátrico aún siendo un niño. Hoy, muchos años después, se ha reconvertido en un monstruo musicopático, ávido de devorar todos los injertos musicales que se pongan a su alcance.

Compártelo con todos

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

-
-
Ir a la barra de herramientas