Versiones de mal gusto
May08

Versiones de mal gusto

Llegar a comprender en un momento dado nueva música, bajo los efectos del alcohol y otras sustancias, puede ser bastante complicado. Para otros, una forma de vida. Pero lo que está claro es que un público puede resultar bastante hostil, a veces con razón, si metes una mala versión en el repertorio, algo inesperado, que les corte el rollo, o que no vaya con el estilo de todos. Yo, como doctor del Musiquiátrico, recomiendo hacer caso omiso al público y soltar toda tu musicopatía a los cuatro vientos. Tu médico de cabecera quizás no opine lo mismo… Eso sí, estás avisado. Después, que no se te quede la cara de John Belushi… Escena: «The Blues Brothers, Granujas a todo ritmo»...

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Wanted Ramoncín: el músico que "robó" su propio disco
Ago14

Wanted Ramoncín: el músico que "robó" su propio disco

Esta historia empieza con el anuncio que, en 1976, un joven rockero vallecano escribió en Disco Express: Se busca cantante para grupo en Vallecas. No importa que sea muy bueno pero que se lo monte bien en el escenario. Ese joven era Jerónimo Ramiro, Jero, llamado algún tiempo después a hacer historia en el rock español de los últimos treinta o cuarenta años. Otro joven respondió al anuncio, hizo la prueba (en la que interpretó el «Jumpin´ Jack Flash» de los Rolling como si a Jagger le hubieran dado por el culo una contundente descarga eléctrica) y se quedó como cantante. Era José Ramón. Ramoncín para los amigos. El grupo se hará llamar W.C.? (sí, con esa críptica interrogación al final) y los chavales -Jero tiene dieciséis, Ramón alguno más- empiezan a darle duro en aquel improbable local de ensayo vallecano y setentero. El nuevo parece integrarse bien y tiene lo que Jero busca: pocas tablas pero mucho desparpajo nervioso encima de ellas. Los temas van saliendo uno a uno. «Cómete una paraguaya», «Rock and roll duduá», «Noche de cinco horas», «El loco de la calle larga»… Temazos todos. Sin embargo, la cosa toma un rumbo diferente -y funesto- en algún momento de la historia: la influencia que Ramoncín empieza a ejercer sobre la banda hace que algunos miembros salgan escopeteados de allí. En algún otro momento funesto, Ramoncín introduce en el grupo al guitarrista argentino Carlos Michellini, del que se dice por ahí que había tocado en la banda Vox Dei. Los WC? empiezan a hacerse relativamente conocidos y, al poco tiempo, el tal Michelini y Ramoncín se largarán a Barcelona para firmar con Emi Odeón lo que sería la edición de su primer LP. Mientras, inocentes ellos, el resto de la formación queda en Madrid, ensayando los temas a grabar. Sin embargo la puñalada trapera estaba ya en marcha y daba igual que el resto de W.C.? ensayase hasta el final de los tiempos si querían: Carlos Michelini y Ramoncín jamás volverían a ver a sus antiguos correligionarios, pues el disco fue rápidamente grabado in-situ, en la propia Barcelona y con músicos de sesión. Cuando el Lp fue llevado a las tiendas, Jero pudo comprobar que su nombre, como co-autor de todos y cada uno de los temas, no aparecía por ningún lado. En su lugar aparecía el resplandendeciente nombre de Michelini. Estaba claro: era mejor llamarse Carlos Michelini que Jerónimo Ramiro… Ramoncín, él, el hombre que vino a enseñarnos la asignatura Arte, Moralidad y Negocio, el hombre que nos daría la tabarra años después con la SGAE castradora, había robado su primer disco. Cojonudo. Apoteósico. Repugnante....

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¡Demonízate! Entrevista a Deabrutu | El Hombre Baqueta en el Musiquiátrico

Seguro que muchos de vosotros, musicópatas sin tratamiento ni solución, manejáis un instrumento y os quejáis amargamente de la dificultad de encontrar otros maníacos afines para formar un grupo. Pues Iñaki Urizar, más conocido en los escenarios como Deabrutu, nos da una lección sobre cómo superar la frustración que asola al artista solitario y cómo se puede contagiar a los demás esa locura corrosiva que llevamos dentro. Él expande su locura desde el País Vasco y hoy, en El Musiquiátrico, os contará su historia y sus impresiones acerca de la música. Por lo pronto, nos saluda desde su celda acolchada: Su instrumento es una batería Pearl Export Select y sólo le acompañan en sus actuaciones las ganas de compartir música y un ritmo muy bien modulado, con la intención de transmitir todos los matices posibles a los tímpanos vibrantes de su público. Deabrutu llama a sus manifestaciones musicopáticas ‘sesiones de batería extrema’. Y tanto que se le pueden calificar así, pues enclaustrarlas en un estilo diferenciado se hace harto difícil. En diciembre del 2010 comienza su carrera como batería solista después de fracasar en un par de intentos por formar grupos. “Deabrutu surgió de algún modo por no haber encontrado músicos para el estilo que prefiero, o preferíamos, siempre había algo que no encajaba y en más de una ocasión era el estilo a tocar”. Así, con el nombre de Deabrutu, quiere plasmar su estilo personal. “Significa ‘demonízate’. Surgió después de pensar y pensar, quería algo relacionado con los demonios… y la personalidad de la música rápida, agresiva”. Con nueve años dando baquetazos a diestro y siniestro, primero con intentos de grupos como SAKRE y después ensayando y perfeccionando su técnica, Deabrutu ha conseguido un sonido depurado, propio, que se resiste a encasillarse. “Tocar en grupos ya me es una atadura, en más de una ocasión he conseguido tocar más de tres cuartos de hora casi sin cometer ningún error, pero la principal razón para esto es que uno hace lo que quiere, lo que se le ocurre, sólo tres segundos antes de tocarlo y si lo consigue meter bien en el tiempo es una maravilla y eso satisface mucho”. Con influencias del death metal, como Igor Cavalera (Sepultura) o Pete Sandoval (Morbid Angel) podemos hacernos una idea de lo que pretende Deabrutu en sus sesiones extremas, aunque cree que el público aún no está acostumbrado a largos solos de batería. “Al público le desconcierta yo creo, no es nada habitual ver a alguien tocar sin acompañamiento musical, o caja de ritmos, etc…pero le es agradable escucharlo”. Aunque cree que hoy en día aún puede resultar rentable grabar un...

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