Festival Castillo del Cante de Ojén – Crónica (Parte II)
Ago12

Festival Castillo del Cante de Ojén – Crónica (Parte II)

Tras el cantaor onubense, llegó el turno de La Lupi, con un grupo formado en esta ocasión por el tocaor Curro de María, el violín de Nelson Doblas, la percusión de David Galiano y el cante de Antonio Núñez “El Pulga”. La bailaora, que ha venido acompañando durante la gira de “ArteSano” a Poveda, no defraudó y cautivó a la asistencia con una original, aunque no exenta de tradición y dramatismo, interpretación del verdial por serrana. Finalmente, apareció Miguel Poveda sobre las tablas con el consiguiente entusiasmo de los musicópatas que poblaban el patio del colegio. Arrancó, como lo hemos visto hacer otras veces, con una toná que, además de deleitar, hizo que el silencio se extendiera para dar paso al cante, a los suspiros y al tintineo de algún pelotazo. Acompañado por las guitarras de Bolita de Jerez y Jesús Guerrero, la inestimable aportación de Luis Cantarote y Carlos Grilo en los jaleos y palmas y Paquito González a la percusión, la actuación del catalán fue ni más ni menos que pura reivindicación. De cantes, de cantaores y de lugares imprescindibles para el flamenco. Y también de conciliación y profesionalidad. Es por ello que monstruos como Enrique Morente, Camarón, Pencho Cros o Bambino, autores como Rafael de León, y sitios que van de Triana a Jerez, asomaron en la soleá, los fandangos, las bulerías al golpe o el cuplé por bulerías. También apareció, aunque esta vez físicamente, La Lupi para dejar impronta de su arte en tangos y alegrías. Para concluir, Poveda requirió la presencia de Arcángel a fin de abordar la soleá apolá «Con-Vivencia«, con la que ambos, como dijeran durante la velada, pretendían acallar del todo cualquier tipo de habladuría sobre su relación. No obstante, el verdadero cierre llegó con los dos cantando por bulerías de nuevo junto a La Lupi y poniendo de pie al público, al que sin duda se ganaron a pulso entre todos. Ir a la 1ª Parte: «Crónica del Festival Castillo del Cante de Ojén» Fotografía: José Prieto...

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Hora Zulu – Siempre Soñé Saber Sobre Nadie Negó Nunca Nada – Crítica
May18

Hora Zulu – Siempre Soñé Saber Sobre Nadie Negó Nunca Nada – Crítica

· Quinto trabajo de estudio de los que fueran abanderados del rap metal español A pesar de que la obsesión constante de un músico es superarse con cada obra creada, hay veces que el listón que marca la genialidad del primer trabajo es casi imposible de superar. O al menos así hay muchos que lo creen. Algo parecido les pasa a Hora Zulu. Tras una década subidos a los escenarios y cinco discos publicados (‘Siempre Soñé Saber Sobre Nadie Negó Nunca Nada’ supone el quinto), el mayor enemigo que se han encontrado por el camino es el monstruo llamado ‘Me Duele de Decirlo’, contra quién no pararon de luchar hasta que consiguieron aprender a convivir con él. Y con ese espíritu parece nacer este nuevo disco de Hora Zulu, sin ninguna intención de competir contra los anteriores, pero sabiendo que no puede permitir que ninguno le mire por encima del hombro. Lo único reprochable son los cuatro interludios con los que cuenta el disco. Cortes homenaje a grandes maestros como Enrique Morente, Carlos Cano, Rafael de León y Emilio ‘El Moro’ pero que cortan un poco el ritmo del disco. Pero, aún así, es de honrar que sean capaces de acordarse de grandes musicópatas de otros géneros tan dispares. Con el interludio a ‘Don Enrique’ comienza el disco, para dar paso a ‘Mis Barraqueras’, una canción con un principio al más puro estilo Hora Zulu, con el sello inconfundible de Paco Luque a la guitarra y una de las que puedan tener una más rápida aceptación entre los no iniciados. Y ya podemos empezar a descubrir el carácter introspectivo que marcan las letras de Aitor Velázquez en este brote musiquiátrico. Un halo de oscuridad da comienzo a ‘Gabinas de Cocheros’, un medio tiempo asequible para raudos rapeos de antaño, pero que Aitor no aprovecha. Demostración de que no es un disco más al uso, sino que es fruto de un arduo trabajo que marcará una época en el sonido de la banda. Sirenas anuncian el comienzo de ‘Que La Tierra Te Sea Leve (S.T.T.L.)’, y no anuncian otra cosa que la contundencia de la batería de Javi Cordovilla. Un batería siempre genial y único en la capacidad de no adornarse más de lo necesario, pero completar la canción a la perfección. Además, como siempre, el pequeño guiño a los sonidos árabes que siempre realizan los de la ciudad de La Alhambra y el sonido de las guitarras flamencas entremezclándose con los punteos imposibles de Paco Luque. Y llega la calma con una de las que para nuestro equipo de Doctores es la sorpresa del disco: ‘Crom en su montaña’....

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