Todo es de Color | Lole y Manuel & Triana
Jul02

Todo es de Color | Lole y Manuel & Triana

El germen del rock y los hippies ya ha llegado a España y ha calado profundamente en algunas zonas del país. Una de esas zonas es Sevilla, donde la música americana llegaba a raudales a través de la base aérea de Morón, con la que los jóvenes de la época «flipaban» literalmente. Decía Manuel Molina (Lole y Manuel), que ellos no tocaban ni cantaban mejor que sus padres, pero que sus padres no habían visto tocar a Jimmy ni cantar a Janis, que había habido un cambio en el ritmo, y con ello se había actualizado una música que había permanecido impertérrita durante siglos. Con la llegada de las guitarras eléctricas, el flamenco empezó a cambiar, culpa en gran parte de Gualberto y compañía, vease «Smash», que fueron los primeros en fusionar la música popular española con la música moderna norteamericana. Y poco después de Smash, que fueron unos adelantados a su tiempo, empezaron a surgir grupos que, cada uno a su manera, se salían de los convencionalismos del flamenco y que empezaban a meter otras métricas, otros ritmos y otros cantes que se salían del flamenco puro. Paralelos en el tiempo, Lole y Manuel y Triana, allá por los años ’70 rompieron para siempre con el flamenco tradicional, llevando más allá el concepto que ya habían iniciado años antes los Smash. Una de las canciones que marcarían la diferencia en esta época fue escrita mano a mano por Manuel Molina y Tele Palacios (Triana) y grabada por ambas formaciones con diferencias de matiz, su nombre era tan esperanzador para aquella época como «Todo es de Color». Lole y Manuel le ponían el alma a cada nota y la tocaban así, con ese aire místico, casi de plegaria que tanto le gustaba y le sigue gustando a Lole Montoya. Triana al mismo tiempo, en su álbum «El Patio», y alejados de la versión cuasi religiosa de Lole y Manuel, llevó esta canción a otro registro, con una orquestación y arreglos propios de una gran banda de...

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Manuel Agujetas, genio y locura

· Quejíos por Agujetas en las consultas del Musiquiátrico Si hay que hablar de flamenco en la actualidad, es inevitable que la primera figura que se nos venga a la mente sea la de Manuel de los Santos Pastor, Agujetas, sin duda la referencia, el quejío por antonomasia, la voz de la sangre que vuelve a rebrotar de las heridas. Celoso guardián de la tradición, El Agujetas merece estar en el Musiquiátrico tanto por su condición de cantaor absoluto y genial como por su manera de ser. Bien pudiera decirse que es el último gitano de la fragua en emprender el camino que va de ella al estrellato, y desde luego pocos entienden como él eso de que el flamenco es, ante todo, una filosofía vital. Si a eso le sumas unas condiciones de vida duras, afán de superación, un carácter a caballo entre lo marginal y la estrella de rock, y una locura tan singular como aderezada por la edad (es inevitable que algunas de sus sentencias nos remitan a nuestros abuelos, en especial esas en las que afirma que lo suyo es lo mejor del mundo) tendremos como resultado al Agujetas. Cuya edad y procedencia, por cierto, él mismo afirma desconocer. De este modo, Agujetas es ante todo él y su tradición familiar, como expresa su frase ‘el que me gusto soy yo’, aunque no se corta a la hora de descalificar el cante de sus propios hermanos. Particularísimo, su voz y su manera de interpretar los cantes remiten a los grandes de Jerez, caso de Manuel Torre o Tío José de Paula, y a aquellos tiempos en que el flamenco era un respiro momentáneo en el que reflejar generalmente las adversidades de la vida. Porque el flamenco, pese a agencias para su desarrollo y otros eufemismos, nace del pueblo y al pueblo va. Por eso, el cante de Agujetas es duro, áspero, aunque sobrecoge desde el primer momento por su autenticidad y profundidad, por el regusto amargo. De su boca suelen salir los cantes más añejos, tildados muchas veces de minimalistas, aunque precisamente eso es la tradición, el cante como puñalada. El Agujetas se basta y sobra para, sin adornos, llevarnos a su terreno en materia de seguriyas, soleás, tonás o martinetes inigualables, siempre acompañado por tocaores del nivel de Moraíto Chico, Manolo Sanlúcar o Parrilla de Jerez. Y, aunque de primeras cueste adaptarse a sus postulados, es difícil que el cante vuelva a percibirse igual tras atender a este cantaor. Será el precio que hay que pagar por la denominada pureza.   Con ella por bandera, son numerosas las declaraciones de Agujetas, a veces ciertas...

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Shankar-Jones | Familias Musiquiátricas
Feb19

Shankar-Jones | Familias Musiquiátricas

Hay familias que simplemente llevan la música en las venas, musicopatías hereditarias por las que abuelos, padres e hijos se convierten en estrellas en distintas épocas e incluso en distintos lugares. Así pasó con la familia Kuti de Nigeria, los Jackson en Estados Unidos o con la familia de la que hoy vamos a hablar: Shankar-Jones. A muchos de nuestros musicópatas les sonará el nombre del bengalí Ravi Shankar, como uno de los más reconocidos y laureados músicos de sitar de todos los tiempos, aún en activo a sus 91 años, o por ser profesor de sitar de George Harrison, o por su actuación estelar en Woodstock o en Monterrey en 1969. Del mismo modo, sólo por el apellido y por su virtusismo con el sitar, todo el que conozca a Anoushka Shankar habrá imaginado que es hija de su padre. Sin embargo, mi sorpresa fue mayúscula,  al conocer que Ravi Shankar tiene otra hija, de voz prodigiosa y unas maravillosas manos, que se ha criado en el otro extremo del mundo, y que no toca el sitar, pero sí el piano: Geethali Norah Jones Shankar. Norah Jones, hija de Ravi Shankar y de la productora de conciertos Sue Jones nació en Nueva York en 1979, cuando Ravi contaba con 59 años y es la hija primogénita del músico bengalí. Un par de años más tarde, nació en Londres Anoushka Shankar, fruto de la relación entre Ravi y Sukanya Rajan, una empleada de banco. Anoushka vivió su infancia entre Londres y Delhi, y más tarde la familia Shankar se mudó a California, donde Anoushka emprendió su carrera musical. Dos hijas que se han criado con un océano que las separa, y ambas se han convertido por méritos propios en estrellas de la música en distintos campos, una en el Jazz y la otra en la música popular India. A Norah Jones se le ha criticado mucho por haber fusionado el Jazz con el Pop, por hacerlo un música más comercial, que llegue a todos los públicos. Ella es la abanderada del sello Blue Note Records, y de su nuevo Jazz. Aunque sería arriesgado decir que lo que hace Jones es puramente Jazz, si podríamos asegurar que hace Pop con un aire Jazz-Soul, y si nos olvidamos de las connotaciones negativas que podría conllevar la fusión de estos términos, podríamos juzgarla al menos como una música bastante entretenida, aunque sin demasiada complejidad. Por su parte, Anoushka Shankar ha seguido los pasos de su padre, que la instruyó desde bien pequeña en el arte del sitar. Para Ravi, tocar el sitar no es como tocar cualquier otro instrumento, supone una filosofía...

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