Las Cheerleaders Asesinas, rock n' roll y miedo a medianoche

Ingreso voluntario: Comunicado oficial de ‘Las Cheerleaders Asesinas’ para El Musiquiátrico: LCA o Las Cheerleaders Asesinas son 5 señores con ganas de confundir al personal: ni son mujeres ni llevan minifalda. Eso sí, ambas cosas abundan en sus letras, a medio camino entre los clichés y tópicos más exagerados del Rock y la ciencia ficción serie-b ochentera. Empezaron en 2005, y nombraron a la banda como la primera canción que compusieron. El nombre era arriesgado pero las ideas las tenían claras: guitarras y bases rítmicas bebedoras directas del rock británico, aunque sin ascos a los sonidos americanos. Sencillez, energía y riffs, toneladas de riffs; voces algo más cuidadas, en la onda de los frontmen hard n’ heavy de los 80 y composiciones algo alejadas de los estándares rock y metal nacionales: hay quien les ha definido como pseudo-punks en cuanto a las letras. Mala leche y actitud barriobajera no les faltan. Ganas de romper la baraja tampoco. Autoeditan una demo de 6 temas en 2010, donde destacan el tema que da nombre al grupo y otros como «Chico Malo» o «Por Encima de las Converse», que se cuela en el recopilatorio del Foro del Azkena Rock Festival, editado por «Last Tour International» para el X aniversario del festival, y distribuido a miles de asistentes. Después de un par de años con un buen ritmo de directos, repiten la fórmula de la autoedición aunque invirtiendo algo más en el proceso de grabación. El resultado es un CD con 9 cortes titulado «Miedo a Media Noche» (Agosto de 2012). Fuerza, ritmo y hormonas desbocadas, es lo que prometen, con trallazos como «R N’ R Guerrilla» (7 minutazos de lucha por el Rock) o «Lady Anfetamina». El tema que da titulo al disco es el elegido para dar el adelanto, con un videoclip 100% serie-b. Información enviada por: Manager Las Cheerleaders Asesinas | Envíanos tu...

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Silent Hill, de Akira Yamaoka (1998) | Banda sonora de terror desde Japón

La música de la que están hechas las pesadillas El ingreso de hoy es un agudo caso de enfermedad mental digno de los más oscuros sótanos de la institución musiquiátrica. Ya se sabe lo importante que es una buena banda sonora para una película de terror. Más si es para un videojuego, en el que uno controla en tiempo real los designios del protagonista. Más aún si se trata de un videojuego de «survival-horror», del tipo terror psicológico. Definitivamente más, si el juego en cuestión se titula Silent Hill. Quien más y quien menos recordará la opera prima de una larga y exitosa saga de videojuegos desarrollada por la japonesa Konami y que aún hoy en día sigue sacando nuevos títulos; tristemente, mucho más vistosos en el apartado visual, pero con mucho menor impacto en el plano terrorífico que sus predecesores. En la primera entrega, hace ya catorce años, encarnábamos el papel de Harry Mason, un joven viudo que buscaba desesperadamente a su única hija por las calles de Silent Hill, el pueblo deshabitado que da nombre a la saga. La mayoría del juego se desarrolla en ambientes oscuros, con niebla y poca visibilidad, rodeados de unas pocas criaturas que a veces nos persiguen, aunque la mayor parte del tiempo simplemente estaremos más asustados por lo que imaginamos que pueda aparecer que por lo que realmente aparece (de ahí la coletilla de terror psicológico). El videojuego bebe de fuentes como la película «La escalera de Jacob», otros videojuegos como «Alone in the Dark» o «Resident evil» y elementos de la mitología y el terror japoneses, así como de las pesadillas de los propios guionistas. Como curiosidad, gran parte del juego transcurre en un enorme hospital endemoniado (merece la pena aguantar el video que está sobre estas líneas hasta el minuto 10). Pero lo que nos ocupa sobre todo, es por supuesto el apartado sonoro. Y es que gran parte de la culpa del verdadero pánico que se siente al controlar al protagonista por las calles de Silent Hill es del compositor japonés Akira Yamaoka, responsable de las pistas de audio y de gran parte de los efectos sonoros. Meses después de que el juego saliera al mercado, se publicó una banda sonora de título homónimo que contenía la friolera de 42 temas, la mayoría de corta duración, contenidos en un solo disco que buscaba agrupar la mayor parte de la experiencia sonora del videojuego. El género de esta banda sonora es ciertamente inclasificable, y no sería exagerado bautizarla como música infernal. Salvo unos pocos temas que recogen la cabecera, los distintos finales y algunos momentos emotivos (junto con la...

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Dolor intravenoso con 713avo Amor, noise-rock 'apisonando corazones'| Biografía del horror, discos y estilo desgarrador
Jun10

Dolor intravenoso con 713avo Amor, noise-rock 'apisonando corazones'| Biografía del horror, discos y estilo desgarrador

Escribiendo desde una botella de cielo y cantando desde los suburbios del averno, a mitad de camino entre el rollo cantautor melódico y el punk más cercano al ruidismo se encuentra el grupo 713avo Amor, con tratamiento de electroshock en este centro lúdico-recreativo que es el frenopático Musiquiátrico. Que digo yo: si estás en tu 713avo amor es que has pasado por 712 desengaños amorosos como mínimo.  Con éste diagnóstico, ¿qué se puede esperar de una mente en ese estado?, ¿qué se puede esperar de un grupo con este nombre? El grupo 713avo Amor se formó en 1988  en Málaga de la mano de Carlos Desastre, Antonio Acien y Emilio Salvatierra, tres dementes que vieron en el incipiente noise-rock una manera de exteriorizar el dolor, de meter el dedo en la yaga y retorcer. Con temas como «Nos cambiaron por pistolas», en el que hacen un recorrido de 19 minutos por el sufrimiento más pasible que una mente demente pueda imaginar, o «la televisión no lo filma» en el que en 30 segundos hacen alusión a una desalentadora verdad que todos conocemos pero no queremos escuchar; el grupo 713avo Amor pasó por el panorama underground con más pena que gloria (como no podía ser de otra manera), en un momento de la historia en el que la buena música hacía poco que había dejado de llenar estadios. «La materia no existe», «Limosna para morir», «El bar de Dios» o «Cadena perpétua-Condena voluntaria» son los títulos de algunas de sus dosis de demencia, repletas de bella y dura literatura maldita,  repartidas entre los dos LP’s que llegaron a editar: «A veces el dolor» (Experience, 1993) y «Horrores varios de la estupidez actual» (Triquinoise, 1994). 1ª Parte ‘Nos cambiaron por pistolas’ | 2ª Parte ‘Nos cambiaron por pistolas’ Como si una foto de David Nebreda se tratase, las ondas sonoras que despiden las canciones de estas insanas mentes pasan por nuestros oídos cual apisonadora de corazones. Las flores crecen mejor en la mierda. ¿Serías capaz de desribir las sensaciones que te produce el tema ‘Nos cambiaron por pistolas’ de 713avo...

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