Tratamiento contra el elitismo melómano
Llegan a la consulta con la prisa del que va a sellar un parte de baja, quizás sea porque estos maños actualmente disueltos nos tenían acostumbrados a temas de minuto escaso que eran ostias como panes en toda la cara, pero para la ocasión se cita un tema más largo pero no por ello menos intenso. Octava pista de su última grabación La rapidez sin potencia no es control (Bowery Records, 2009), todo un discazo altamente recomendable que constituía su despedida del punk por soleares. Con la simplicidad como estandarte de honradez punk se recomienda al consumidor tipo que se tome su tiempo para su asimilación, sólo los estómagos de hormigón están preparados para saborear tamaña aberración. Tampoco conviene emplear con ellos la literalidad ya que son amigos de la broma dadaísta, riéndose desde ellos mismos hacia todo el universo.
Su escucha bajo prescripción musiquiátrica constituye un tratamiento idóneo contra el perfeccionismo y otras variantes de elitismo melómano. Olvide los psicofármacos modernos y láncese a las terapias de vinilo contemporáneo.
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