La música Disco ha muerto | Adiós a Robin Gibb

  • Robin Gibb muere a los 62 años, nueve después que su hermano gemelo Maurice

Hoy es día de vestirse para ir a un funeral. He desempolvado los pantalones de campana que tan bien marcan mi hombría, he planchado mi chaquetilla blanca con brillantes y he sacado lustre a mis zapatos de punta con tacón.

Hoy muere la música Disco, y se lleva de la mano a uno de los genios que la hicieron inmortal, Robin Gibb, cantante de The Bee Gess.

La historia del grupo The Bee Gees es por todos conocida, formado por tres hermanos, Maurice, Robin y Barry Gibb, se convirtieron en los años 70 en la revolución de la música comercial. Su nuevo estilo, vacilón y moderno, era brillante y volvía locos a los jóvenes de todo el mundo, que literalmente flipaban al oir aquellos nuevos ritmos. Todos querían llevar pantalones de campana y bailar en la disco como si fueran Travolta. Todos querían ser a fin de cuentas uno de los Bee Gees.

Es el momento de encender las luces de la pista de baile por última vez, poner a girar la decrépita pero aún brillante bola de cristal. Es el momento de soltarnos la melena, y empezar a bailar moviendo las caderas al ritmo de la música como si fuera la última vez.

Robin Gibb es el segundo de los componentes de The Bee Gees que nos ha dejado, ya que su hermano gemelo Maurice murió en 2003 por un problema intestinal.

Tras la muerte de Maurice, los dos hermanos notificaron que nunca volverían a actuar con el nombre de The Bee Gees.

Aunque en sus inicios los Bee Gees no hacían música Disco, estaban a un paso entre Dylan y The Beatles, es más su primer sencillo en Inglaterra, New York Mining Disaster 1941, de 1967 fue atribuido a los Beatles y podríamos decir que llegó al Top 20 de las listas británicas «por confusión«.

Como se puede apreciar, el estilo de los Bee Gees dista mucho en esta época de lo que sería más tarde. La música Disco aún no se había gestado, aunque ellos ya comenzaban a proponerse como los grandes artistas que luego demostrarían ser.

No obstante, el estilo de los Bee Gees no era nada particular en esta época, hacían lo que otros ya habían hecho y probablemente mejor que ellos, por eso necesitaban una revolución si querían llegar a ser grandes, y esa revolución se llamó música Disco. Barry Gibb estuvo probando nuevos registros y encontró uno muy particular, una voz muy aguda en falsete que cambiaría por completo las bases y el estilo de The Bee Gees para siempre.

En esta época estaban gestando nuevas composiciones, alejadas de Folk y el Pop que habían estado haciendo años antes. Apoyándose en el nuevo registro de Barry, los Bee Gees fueron indagando en la música Disco, y comenzaron a componer los nuevos temas para el que sería su próximo disco, Night Fever.

Y casualidades de la vida, en esos momentos el director de cine John Badham estaba rodando con John Travolta la película que formuló un cambio cultural entre la juventud de todos los rincones del mundo, Saturday Night Fever. Cuando la música de The Bee Gees llegó a manos de Badham, éste supo que su película sería un éxito. Y así fue.

El tupé de John Travolta y las falditas plisadas de Karen Lynn Gorney dieron la vuelta al planeta rápidamente y todos los chicos y las chicas de aquella época querían ser como ellos, y bailar como ellos, y eso lógicamente significaba escuchar constantemente a los Bee Gees. Tanto se escuchaba a los Bee Gees que el álbum Saturday Night Fever se ha situado como el cuarto disco más vendido de la historia con más de 40 millones de copias y 15 discos de Platino.

Y el tiempo pasa, y todos vamos y venimos, excepto la música que se mantiene perenne e inmortal en nuestros oídos y corazones. Y así vamos a despedir hoy a uno de los grandes, Robin Gibb, el menor de los gemelos Gibb. Y aunque su alma se haya ido, él siempre seguirá vivo. (Stayin’ Alive)

Author: Dr. Evo Fdez.

Musicópata de nacimiento, sus padres notaron algo raro en él cuando de pequeño lloraba afinado, por eso lo mandaron internado al Musiquiátrico aún siendo un niño. Hoy, muchos años después, se ha reconvertido en un monstruo musicopático, ávido de devorar todos los injertos musicales que se pongan a su alcance.

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