Reflexión musicópata: El dinero, la fama y la muerte del artista

«Si nunca has sentido odio por el que una vez fue tu artista preferido, no eres un musicópata»

Contágiate y conviértete en todo un musicópataLa musicopatía severa se produce cuando en un sujeto musicado se rompen las ataduras que lo amarran a sus artistas preferidos. Es en ese momento cuando se inicia en el musicópata un delirio iconoclasta que lo obliga a investigar sobre todas las posibilidades musicales que se presentan a su alcance, para olvidar cuanto antes su megalomanía hacia cualquier grupo concreto, y así sentir la música en su completa magnitud.

El pasado fin de semana sufrí una de esas sensaciones que me recordaron por qué una vez pasé de las ataduras de cualquier grupo, o cualquier moda, o de identificarme con cualquier grupo urbano, sólo porque todos están sentenciados a la muerte. La muerte que produce la fama, y sobre todo, la muerte que produce el dinero sobre los artistas. No pondré nombres, ya que cada musicópata tendrá el suyo propio, pero todos sabemos, y ellos también, quién se ha vendido.

Un músico que olvida sus orígenes por el hecho de vender más copias no debería ser considerado un artista. Quizás se le podría llamar autómata robotizado, simple máquina de hacer hits, uniendo unos y ceros, apostando por el truco fácil, por preocuparse más por posar en los conciertos que por hacer buena música. Robots que olvidan que una vez, cuando aún no eran nadie, cuando nadie los conocía y no vendían más de algunas copias de sus discos, ya había gente escuchándolos, apostándo por ellos, gente que se siente defraudada cuando asiste a un concierto y se encuentra con un espectáculo de circo con muy malos payasos. Pero tampoco debemos olvidar que no todos podemos ser musicópatas, que no todos podemos elegir qué queremos escuchar, y olvidamos que a muchos les viene impuesto. Los medios nos dictan cómo debemos ser para ser quién nosotros creemos que queremos ser. E igualmente imponen a los artistas cómo deben comportarse, cómo ser domado y amaestrado para vender más copias: «Víste así, canta esto, no hables sobre eso que molesta, pero hazte el duro, dí que eres el mismo, que no has cambiado, sólo que te aburre lo que hacías antes, y que lo que haces ahora es lo que realmente mola«. Es muy degradante cuando un artista sufre ausencias de memoria y hace justo lo que tantas veces criticó.

Y podréis pensar: Bueno, no es para tanto, sólo intenta sobrevivir en los tiempos que corren. Puede ser, pero también puede ser que los tiempos estén así por gente como esta. Corrompidos por el capital y la mercadotecnia, los artistas deberían ser el motor del cambio, del progreso desde todas sus vertientes, pero se tornan esclavos de la codicia. Los artistas tienen en su mano el poder de luchar por un mundo más justo, y dar ejemplo, a través de lo que es incontrolable, de lo único que es capaz de llegar a todos, y provocarnos una sensación, un sentimiento imparable que no puede ser domado por grilletes ni rejas. La libertad a traves del arte.

Por eso, cuando veo al que una vez fue mi artista preferido hablando de cuáles son sus zapatillas más molonas, o de cómo echa de menos a la novia que nunca tuvo, me enorgullezco de haberme convertido a tiempo en un desquiciado musicópata.

Música para cambiar el mundo: Miriam Makeba – Pata Pata.

Author: Dr. Evo Fdez.

Musicópata de nacimiento, sus padres notaron algo raro en él cuando de pequeño lloraba afinado, por eso lo mandaron internado al Musiquiátrico aún siendo un niño. Hoy, muchos años después, se ha reconvertido en un monstruo musicopático, ávido de devorar todos los injertos musicales que se pongan a su alcance.

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