Rubén Blades o la voz de la conciencia

·Pasamos consulta a las canciones del artista panameño

Pese a que sin la palabra compromiso no podría entenderse la obra de Rubén Blades, es una pena que muchos lo conozcan, o al menos su música, a través del clásico Pedro Navaja. No obstante, es una pena a medias, ya que, pese a que el público se ha quedado casi exclusivamente con los versos ‘la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida’, algo habrá llegado de su mensaje, que es lo que a él le importa. Y es que, pese a su aparente frivolidad, Pedro Navaja muestra la triste vida de dos personajes que, aunque residentes en Nueva York, bien podrían pertenecer a cualquier gran urbe del mundo. Lo mismo ocurre con gran parte de sus canciones, aunque conviene pasar consulta al genio en sí antes de adentrarnos en sus canciones.

De esta forma, Rubén Blades, nacido en Panamá hace 64 años, padece una profunda aversión a las dictaduras, al vacío espiritual que va expandiéndose a un lado y otro del charco, al recorte de libertades que, encubierto o no, persiste. Asimismo, desde siempre ha dado muestras de una notable incontinencia a la hora de denunciar determinadas situaciones y personajes, eso que algunos denominan decir la verdad. Estamos, pues, ante el padre de la salsa intelectual, ese estilo que, al bailarse necesariamente con una sonrisa en la boca, demuestra como pocos que la procesión va por dentro.

Intelectual, social o como se quiera, la salsa de Rubén Blades tampoco está exenta de poesía. Trágica, aunque también con momentos para la sonrisa tierna, la calidad de su obra literaria lo pone al nivel de los grandes letristas de Latinoamérica, junto a José Alfredo Jiménez, Atahualpa Yupanqui o Violeta Parra. Por otra parte, también compartió escenario con primeros espadas del género como Willie Colón, juntó al que firmó el imprescindible Metiendo Mano, o Héctor Lavoe, quien inspiró el clásico El cantante, versionado después por Andrés Calamaro. Junto al argentino, han sido numerosos los artistas provenientes del rock que han adaptado sus temas, caso de Maná o Fabulosos Cadillacs.

Volviendo a sus letras, este cantante amplio de registros, abogado por Harvard (aunque nunca le importó ni hizo gala de ello) y político ha sabido trasladar como pocos al papel, o a la música, experiencias de todos conocidas o sufridas. Historias de desesperación ante una cotidianeidad cada vez más cruda como Adán García, denuncias de la importancia de las apariencias en esta sociedad como Plástico, que alude a una ciudad y a unos vecinos que podrían ser los tuyos o los míos, rabia y concienciación ante las dictaduras, como en Desapariciones o Prohibido olvidar… La lista es interminable, y si a eso le sumamos coqueteos con otras músicas, monólogos tan sensatos como absurdos y colaboraciones como la que realizó recientemente con Calle 13, sobra decir que nunca es tarde para conocerlo.

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