Música y vacas lecheras
Ene21

Música y vacas lecheras

Muchos ya sabemos lo de que está demostrado científicamente que las vacas producen más leche cuando escuchan música. Vacas locas… por la música, con el gen de musicópatas bien arraigado. Lo de la Encefalopatía espongiforme bovina, una simple gripe… Pero, ¿qué huella han dejado las vacas en la producción musical? ¿Estaremos frente a una relación simbiótica musicopática? Bien podríamos preguntar, posiblemente con poco éxito, a las vacas protagonistas de algunas de las portadas más famosas, o no, de la música en los últimos tiempos. La portada del disco «Atom Heart Mother» (1970) es sin duda una de las más representativas de Pink Floyd, que buscaron alejarse radicalmente de lo que ellos mismos representaban, algo «lo más normal posible». La vaca, Lulubelle III, se cruzó en el camino de Storm Thorgerson, el diseñador de la portada, cuando andaba por el campo buscando algo que fotografiar. ¿Fotografió lo primero que se encontró, como él afirma, o hablamos de «amor a primera vista»? Desde luego, marcó un hito en la historia de la música contemporánea. Frank Zappa también vio representado con un ejemplar de vaca lechera uno de sus mejores álbumes, «Läther», que reúne canciones de todo un periodo, muchas de las cuales ya aparecieron en los álbumes «Zappa in New York» (1978), «Studio Tan» (1978), «Sleep Dirt» (1979), «Orchestral Favorites» (1979) y «Shut Up ‘n Play Yer Guitar» (1981). Una vaca pensativa con bigote y perilla a lo Zappa, y con unas manchas dignas de un test de Rorschach. Una vaca que, probablemente, después de escuchar tal complejidad musical, no le quedó claro si dar leche, cuajo o yemas de huevo. Otra de las ubres más famosas del mundillo, la de la vaca más rocker que ha aparecido nunca «en portada». Con el tatoo de su banda en el muslo, y su piercing en plena tetilla, la vaca del disco «Get a Grip» (1993) levantó polémica entre las asociaciones pro-animales, por su supuesto maltrato, pero es que… ella… estaba… loca por la música. La banda se defendió argumentando a base de sarcasmo que «la vaca fue anestesiada antes de colocarle el piercing, luego recibió una recuperación en un hospital, todo para que la vaca entre a la moda». Evidentemente, todo fue un montaje gráfico. «En su honor», cuentan que durante la gira de presentación del disco, partieron un total de 100.000 cuerdas de guitarra, a una media de 59 guitarras en cada uno de los 224 conciertos que dieron alrededor del mundo. No al maltrato animal, Sí a la moda bovina! Y si aún no te has convencido del todo, pregúntale a Sofía de Pennart por qué las vacas están locas por la música… y la música por ellas.  ¿Conoces más casos...

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A Great Day in Harlem | La mejor fotografía del Jazz
Sep16

A Great Day in Harlem | La mejor fotografía del Jazz

Corría el año 1958 cuando el fotógrafo Art Kane reunió a los 57 músicos de Jazz más influyentes de la época para retratarlos en una foto que resume el Jazz de la primera mitad del siglo XX. La foto se titula A Great Day in Harlem (o Harlem 58), y fue el primer trabajo de este artista neoyorkino, que ya luce colgado en el salón de la fama del Musiquiátrico. Miles de libros se han escrito sobre el Jazz, cientos de documentales y no menos películas que recogen desde uno u otro punto de vista la evolución de este estilo y la historia de sus artistas más reconocidos. No obstante, una imagen vale más que mil palabras, y esta fotografía lo demuestra. La instantánea fue tomada en el barrio de Harlem en Nueva York, en el número 17 de la calle 126 entre la Quinta y Madison Avenue, a medio camino entre el Cotton Club y el Teatro Apollo, el auténtico centro neurálgico del Jazz y del Soul. Publicada en 1959 por la prestigiosa revista Esquire,  se convirtió en la plasmación de uno de los momentos claves de la historia de la música actual. Art Kane era un joven intelectual apasionado por el Jazz y la fotografía y logró reunir a este gran elenco de músicos a las 10 de la mañana de un caluroso 12 de agosto. Decía años más tarde, que tardó más de una hora en poder tomar la fotografía, ya que los músicos no dejaban de hablar entre ellos y contarse sus batallitas. Esta foto popularizó el trabajo de Art Kane, que se convirtió en cierto modo en el fotógrafo de los músicos, retratando a Dylan, Aretha Franklin, Frank Zappa, Jim Morrison, Janis Joplin o The Who, entre muchos otros. 57 fueron los músicos inmortalizados por Art Kane en esta fotografía, de los que quedan solamente 4 con vida a finales de 2012: Benny Golson (1929), Marian McPartland (1918), Sonny Rollins (1930) y Horace Silver (1928), los que completaban los 57 eran estos: Red Allen Buster Bailey Count Basie Emmett Berry Art Blakey Lawrence Brown Scoville Browne Buck Clayton Bill Crump Vic Dickenson Roy Eldridge Art Farmer Bud Freeman Dizzy Gillespie Tyree Glenn Sonny Greer Johnny Griffin Gigi Gryce Coleman Hawkins J.C. Heard Jay C. Higginbotham Milt Hinton Chubby Jackson Hilton Jefferson Osie Johnson Hank Jones Jo Jones Jimmy Jones Taft Jordan Max Kaminsky Gene Krupa Eddie Locke Charles Mingus Miff Mole Thelonious Monk Gerry Mulligan Oscar Pettiford Rudy Powell Luckey Roberts Jimmy Rushing Pee Wee Russell Sahib Shihab Zutty Singleton Stuff Smith Rex Stewart Maxine Sullivan Joe Thomas Wilbur Ware Dickie Wells George Wettling...

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Drumfest 2012 | Entrevistas Musicopercutivas
Ene05

Drumfest 2012 | Entrevistas Musicopercutivas

Como ya sabéis en el Musiquiátrico tenemos una extraña adicción a todo lo que haga ritmo, y gracias a la invitación de TamTam Percusión tuvimos la oportunidad de llevar nuestra adicción hasta un límite insospechado en el DrumFest 2012. Esta edición del DrumFest venía más potente que nunca, con un elenco de excepción, lleno de nombres que rara vez se ven por España y menos aún juntos en un mismo salón. Desde el genial y mítico Billy Cobham, que grabó el Bitches Brew con Miles Davis, hasta el incombustible Horacio «El Negro» Hernández que llegó por los pelos desde la otra punta del mundo, pasando por Chad Wackerman, el que fuera batería de Frank Zappa o por el brutal John Tempesta, de Rob Zombie y Testament, y por supuesto Keith Carlock que acompañó a los Blues Brothers y a Sting y Gil Sharone de The Dillinger Scape Plan o Stolen Babies. Además TamTam Percusión tenía reservado un as en la manga, puro estilo andaluz, una fusión sin parangón que dejó a todo el mundo con la boca abierta, eran Juanito Makandé y la Trece Band. Makandé demostró que no siempre hace falta una batería para no perder el ritmo, él se sobra con un cajón flamenco. Aunque no todos los artistas que pasaron por allí iban a tocar, como Pepe Bao, bajista de O’Funk’illo (y de casi todo aquél el que precise de sus servicios) al que también pusimos en la lista de espera de nuestra consulta particular y Alfred Berengena, que nos contó que estaba de gira con Soziedad Alcohólica, y aunque en esta ocasión fue como invitado, no pudo resistirse a probar todas las baterías que se pusieron a su alcance. Un elenco de maestros impresionante, que será complicado volver a ver junto en este país. Y en medio de tanto maestro estaban dispersos algunos de los doctores del Musiquiátrico, aprendiendo de cada redoble y de cada bombo, anotando y analizando concienzudamente las declaraciones de estos ilustres musicópatas, a los que tuvimos la oportunidad de pasar consulta y realizarle nuestro peculiar examen musicopático. En las próximas semanas os iremos desvelando los secretos que nos revelaron estos musicópatas y publicaremos las entrevistas completas, pero de momento, os dejamos un resumen de cómo fue el Drumfest con algunos de los mejores momentos de nuestros pacientes de lujo. Salud y Percusión! Muchas gracias por todo a TamTam Percusión y a los artistas y esperamos que el año que viene tengamos mucho más...

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Pappo Napolitano, icono y mártir del blues en Argentina
Ago02

Pappo Napolitano, icono y mártir del blues en Argentina

Corría el 25 de Febrero de 2005 cuando dos motos, en las que viajaban padre e hijo, se rozaron haciendo que el primero cayera al suelo. Un coche que circulaba en sentido contrario arrolló primero a la moto y luego a su ocupante. Al descender del vehículo, su piloto comprobó que había terminado involuntariamente con la vida de su ídolo, el bluesman Pappo Napolitano. Nacido en 1950, Pappo no hubiera desentonado en absoluto en una de las celdas de El Musiquiátrico. Absorbiendo la tradición cultural yanki presente en Argentina, y no sin empeño, consiguió consolidar el blues del cono sur, mostrando una compulsiva adicción a este género de penas tamizadas con alcohol, de noches sin fin, de canalleo y reivindicación a través de los lastimeros arranques de una guitarra. Con diecisiete añitos, el personaje cuyo estudio nos ocupa se enroló en Los Abuelos de la Nada, comandados por Miguel Abuelo para, con su guitarra, dar otros bríos –y caña, evidentemente- al grupo en el que después militaría Andrés Calamaro. Y de una banda histórica a otra, Los Gatos de Lito Nebbia, con los que firmó dos discos. Pero el singular y melenudo guitarrista veía que sus aspiraciones no iban por esas veredas musicopáticas, por lo que en busca de otras formó a comienzos de los setenta Pappo’s Blues, banda con la que empezó a grabar su nombre en la memoria colectiva y por la que pasaron músicos como David Lebón, Alejandro Medina o Black Amaya. Inquieto, aunque también afectado por la dificultad de consolidar una banda estable, en los ochenta Pappo fundó Riff, con una idea similar a la de Pappo’s Blues pero con aproximaciones a otras músicas virales como el hard rock. Años de gloria y giras sin fin por su país y también por los EEUU, coincidiendo, y tocando, con musicópatas del calibre de B. B. King, Robert Plant, Mick Taylor o Edgar Winter. Tras su experiencia con los Widowmakers, formación en la que militaban diversos músicos estadounidenses, los noventa fueron años en los que se alternaron los conciertos de Pappo en solitario con el retorno de Pappo’s Blues, como aquel en el que, rodeado de colaboradores, permaneció tocando por espacio de diez horas en el Estadio Obras. Y tampoco pasaba nada si no era su día o el melocotón no le permitía seguir en mitad de un punteo: aunque quizás fuera el más grande, Frank Zappa no fue el único que ejercía tanto de guitarrista como de showman. Por otra parte, hasta su fallecimiento, tan digno de un rockstar como triste, Pappo no escatimó en colaboraciones como padre del hard rock y el blues con una...

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Los Enemigos, incomprensión y reverencia
Abr24

Los Enemigos, incomprensión y reverencia

Sin lugar a dudas, uno de los platos fuertes de la próxima edicion de Territorios Sevilla será la presencia de Los Enemigos, una de las bandas fundamentales del rock hecho en el estado español aunque, como suele ocurrir, en vida nunca gozaran de la aceptación que debiera tener un grupo así. Decimos en vida porque, hace ya doce años, Los Enemigos decidieron disolverse con dignidad para emplearla de nuevo si fuera menester juntarse, como ha ocurrido con esta última gira que (esperemos que no), puede ser la última oportunidad de ver juntos a Josele, Fino, Chema y Manolo. Los Enemigos comenzaron a darse a conocer tras ganar el Villa de Madrid, lo que facilitó que pudieran grabar su primer maxi y luego llegara el disco ‘Ferpectamente‘, en pleno 1986. En el trío figuraban por entonces Josele a la guitarra y voz, Artemio Pérez a la batería  y Michi González al bajo. A pesar de que más tarde sustituirían a los dos últimos Chema ‘Animal’ Pérez y Fino Oyonarte para conformar la formación clásica de la banda, que se completó con la inclusión como miembro de pleno derecho de Manolo Benítez a comienzos de los 90, las tendencias musicopáticas de Los Enemigos se han mantenido constantes desde sus inicios. Entre ellas cabría destacar la afilada guitarra de Josele, considerado durante algunos años la mejor del rock español por la crítica, el gusto por lo sucio y la distorsión, un casticismo a contracorriente que los llevó a hacer versiones de lo más variado y sobre todo, quizá, las letras de su cantante. Intimista, implosivo, a ratos místico y a veces mundano, en ellas se ha dado cita prácticamente de todo. Historias de talego y drogas, de rock, de amor y desamor, perspectivas insospechadas o influencias que van de La Biblia a Baudelaire. Reflejo en definitiva de una personalidad y una manera de expresar merecedora de estudios psiquiátricos y que pueden no estar tan lejos de las nuestras como pensamos. Probablemente, todo ello hizo que, como dijo acertadamente Kutxi Romero en una entrevista, Los Enemigos sean sin lugar a dudas «los grandes incomprendidos del rock español«, o muy cañeros o muy blanditos según unas y otras versiones, o demasiado elevados en cuanto a composiciones que dan pie a múltiples interpretaciones. Sea como sea, poseen una discografía que merece la pena recorrer y en la que encontraremos temas del calibre de ‘Septiembre’, basada en la carta que un chico de Jaén dejó a su familia antes de suicidarse y cuya sola escucha puede causar sensaciones impactantes. La neurosis reflejada en ‘Miedo’, que contiene sentencias como «soy un buzo dentro de tu Johnnie Walker’s...

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