Nina Simone: Carácter
May13
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Erykah Badu | La última gran Diva de Motown
Sep19

Erykah Badu | La última gran Diva de Motown

Los musicópatas más avezados conocerán de sobra el nombre del sello de Soul y R&B de Detroit llamado Motown, cuna de las mayores divas del Jazz y el Soul de todos los tiempos: The Supremes y Diana Ross o The Marvelettes son sólo algunos de los nombres estampados en los cientos de discos de oro que hay colgados en las paredes de los pasillos de este sello histórico. Aunque los discos con menos polvo llevan el nombre de Erykah Badu. Dallas, la ciudad que vio morir a Kennedy, fue la misma que vio nacer a Erica Abi Wright, que más tarde cambiaría su nombre de esclava por el de Erykah Badu. En la disciplina del Jazz se conoce al Scat como la improvisación vocal formada por sílabas sin sentido introducidas a ritmo. Ba-du eran las dos sílabas preferidas por Erykah para improvisar scats, y de ahí tomó su sobrenombre. Su voz tiene un matiz inigualable. La dulce armonía que sale de su garganta y la cándida y cálida melodía que se forma en sus cuerdas vocales son un regalo de los dioses al que muy pocos pueden acceder. Una vez que conoces a Erykah Badu, es imposible olvidar su registro, por muchas imitadoras que salgan al paso. Aunque se le ha entronado como la reina del Neo-Soul, la verdad es que Erykah Badu se mueve con la misma soltura por cualquier estilo que se le ponga por delante, ya sea Jazz, Pop, Hip-Hop, Soul, R&B o Música electrónica. Eso la ha convertido en la gran diva de Motown del siglo XXI. Erykah Badu recoge el testigo de la mujer negra que ya entregaron Billie Holiday o Nina Simone en generaciones anteriores. Al igual que ellas, levanta un puño cerrado contra la opresión y ofrece su mano a las raices de sus ancestros africanos, sin olvidar por supuesto de dónde proviene y cuánto ha tenido que luchar para llegar donde está. Ya desde pequeña mostraba madera de artista, cuando contaba con cuatro años acompañó a su madre cantando y bailando en una obra de teatro en el Dallas Theatre Centre, más tarde se graduó en el Booker T. Washington High School for the Performing and Visual Arts. Aunque su oportunidad le llegó casi de casualidad, al colaborar con D’Angelo en una de sus actuaciones. El manager de éste Kedar Massenburg, (que más tarde se convertiría en presidente de Motown Records) quedó tan impresionado con la voz de Erykah que le propuso grabar un duo con D’Angelo y juntos grabaron la versión de Marvin Gaye & Tammi Terrell «Your Precious Love» que le abrió a Erykah Badu las puertas del estrellato....

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House of the Rising Sun | La Casa del Sol Naciente en el Musiquiátrico

Hay una casa encima de la colina, en la que todas las mañanas veo el amanecer antes de ir a dormir. Es la Casa del Sol Naciente, allí donde las noches son cálidas y las mañanas frías. Allí donde puedes conseguir todo lo que necesites, mientras te quede dinero en la cartera. En todas las ciudades hay una Casa del Sol Naciente, pero ninguna tan famosa como aquella que existió a finales del S. XIX en Nueva Orleans. Tanto tiempo ha pasado, que ni las gentes más antiguas de Nueva Orleans recuerdan dónde se ubicaba esa casa, pero seguro que casi todos serían capaces de tararearte aquél antiguo blues que hablaba sobre ella. Rising Sun Blues es una pieza incunable, no se sabe quién la escribió, ni cuando, y que fue pasando de generación en generación, de abuelos a nietos, como un extraño refrán con una peculiar moraleja. Las primeras grabaciones del Rising Sun Blues distaban mucho del ritmo y la cadencia de las modernas, pero ya iban alumbrando el camino hacia la Casa del Sol Naciente. El primero que desveló los turbios asuntos que se cocían en aquella casa fue Alger «Texas» Alexander en 1928. Este caballero murió de sífilis, tras haber pasado varios años en prisión por matar a su esposa. Un verdadero musicópata que sólo lograba conciliar el sueño en la Casa del Sol Naciente. Aunque esta versión no se acerca demasiado a la que es conocida por los musicópatas, se presupone como el germen de la versión que años más tarde Clarence Ashley (que narraba que había oído esta cancioncilla a su abuelo) y Gwen Foster, grabaron a ritmo de banjo en 1933. Los años fueron pasando y la Casa del Sol Naciente seguiría abriendo hasta el fin de los días. Y Joan Baez, la preciosa voz de la canción protesta en los años 60, se acercó a esa casa de perversión para conocer los vicios y el pecado. Y Al salir de aquella casa, Joan Baez nos narró con su guitarra y su dulce voz, cómo es la vida de una mujer en la Casa del Sol Naciente. A partir de este momento, las puertas de la Casa del Sol Naciente quedaron abiertas para la eternidad, y fue la antesala del Musiquiátrico, ya que en ella se dieron cita muchos de los grandes musicópatas de hoy en día. Sin ir más lejos, el jovencito y contracultural Bob Dylan, con apenas 20 años de edad, pasaría algún tiempo en «The House of The Rising Sun» antes de grabar su primer disco en 1962. Sin embargo, no es hasta un par de años más tarde cuando...

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Aquella extraña fruta que cuelga de los árboles: Billie Holiday y Strange Fruits

Árboles sureños cargan extraños frutos, Sangre en las hojas, y sangre en la raíz, Cuerpos negros se balancean a la brisa sureña Extraños frutos penden de los tuliperos. … Así comienza el mayor alegato de la historia en contra de los linchamientos de afroamericanos en los 40 del pasado siglo. La letra, el poema «Bitter fruits» escrito por el profesor judío Abel  Meeropol, (publicado bajo el seudónimo de Lewis Allen en 1937) se convirtió en un éxito al ser grabada por Billie Holiday en 1939, y pronto se  mitificó como el lema contra el racismo y a favor de la igualdad de los derechos civiles en Estados Unidos. Holiday, que ya era considerada como una de las mejores voces del jazz, se convirtió así también en la imagen y la voz de la lucha por la igualdad y en contra de la segregación racial. Y «Strange Fruits«, junto con la imagen triste y amarga de Holiday, se convirtieron en emblemas del movimiento negro que se estaba fraguando, y que surgiría  con bravura a mediados de la década de los 50. Más tarde, en el año 1965, en plena lucha por los derechos civiles y con el movimiento negro con más fuerza que nunca, otra gran dama del jazz, Nina Simone, recolecta de nuevo esa extraña fruta madura que cuelga de los árboles. Por esos años, Malcom X acababa de morir y Martin Luther King iba a ser condecorado con el Premio Nobel de la Paz, tres años antes de ser asesinado en Memphis. Strange Fruits Árboles sureños cargan extraños frutos, Sangre en las hojas, y sangre en la raíz, Cuerpos negros se balancean a la brisa sureña Extraños frutos penden de los tuliperos. Escena pastoral del galante sur, Los ojos saltones y la boca retorcida, Perfume de magnolias, dulce y fresco, Y el repentino olor de carne quemada. Aquí está el fruto (que alardea coraje) para que arranquen los cuervos, Para que la lluvia tome, para que el viento chupe, Para que el sol descomponga, para que los árboles suelten, Esta es una extraña y amarga cosecha....

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Hechizado por un grito: I put a Spell on you | Screamin' Jay Hawkins en El Musiquiátrico

Nunca un chamán conjuró un hechizo tan poderoso que fuese capaz de seducir a tantas generaciones como aquél que invocó el brujo de Ohio, Screamin’ Jay Hawkins. Y por mucho tiempo que pase, el embrujo perdurará mientras exista la música. «I Put a Spell on You» es el éxito más reconocido del excéntrico musicópata de Cleveland. Grabado por primera vez en 1956, se convirtió rápidamente en un bombazo en los retrógrados Estados Unidos de los años posteriores a la II Guerra Mundial. Las salvajes y escandalosas actuaciones de Hawkins le valieron el mérito de ser censurado en la mayoría de los medios de la época, algo que no impidió que «I Put a Spell on You» se convirtiera en un fenómeno social que asombró y aturdió al nuevo modelo de familia americana que se estaba forjando por aquella década. «I Put a Spell on You» es un embrujo chamánico, una invocación de magia negra en la que los espíritus salen y entran del cuerpo de Hawkins bailando a ritmo de blues mientras entonan una ópera. Innumerables artistas han caído presos de las artes oscuras de Screamin’ Jay Hawkins y han sucumbido a la tentación de reencarnar en sus propias carnes su espíritu, que sigue velando para que la maldición siga viva. La primera víctima del «I Put a Spell on You» fue la siempre espriritual Nina Simone, que ya en Londres en 1968 fue poseída por el hechizo de Hawkins: Poco más tarde, el sábado 16 de agosto de 1969, Creedence Clearwater Revival invocaron de nuevo el hechizo de Hawkins delante de casi medio millón de personas en el mayor aquelarre del siglo XX: Woodstock. Pero el hechizo nunca descansa, se dispersa como un virus en una guardería. Y ha llegado a nuestros tiempos renovado, aseado, empaquetado y listo para ser servido a las nuevas generaciones. En 2004, Joe Cocker se siente atraído por el embrujo de Hawkins y publica su encantamiento en el ‘Heart & Soul’ , un disco únicamente de versiones, en la que sobresale esta brutal interpretación del «I put a Spell on You». La mágica noche de San Sebastián fue el escenario propicio para que el espíritu de Hawkins se manifestara bajo la piel de Joe Cocker y volviera a renacer el encantamiento inmortal. Otro de los artistas que siempre han jugado con las sombras es el místico David Gilmour. Alma de los Pink Floyd, Gilmour se dejó seducir por el hechizo junto a Jools Hollands y Mica Paris en el album «The Best of Friends«, y trasladaron el «I put a Spell of  You» hasta el Royal Albert Hall de Londres. Y aunque la...

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