Tomás de Perrate, jondura surrealista

El Musiquiátrico acoge en sus dependencias al singular cantaor utrerano

Capaz de hacer unos tangos de Málaga (los «Tangos del Piyayo«) con una base reggae y embelesar. Meter «Un vestido y un amor» (adaptada como «Te Vi«) de Fito Páez en clave flamenca y no perder el aire antiguo, rancio, profundo, que caracteriza su cante. Tomás de Perrate, nuestro paciente de hoy, es un cantaor utrerano cuya musicopatía lo ha llevado a adelantarse a su tiempo, síntoma que puede provocar un destierro casi definitivo en el flamenco aunque en esta época las tensiones se estén relajando mientras, para mal o para bien, se difuminan sus fronteras.

No obstante, pese a ser un abanderado del surrealismo procedente de una familia de leyenda, las de Perrate están donde él se las ponga, y el tiempo habrá de reconocerle su labor.

Curiosamente, «Infundio», concepto que da título a su último disco, es clave para entender mejor esa locura inherente al flamenco. Definido por la RAE como «mentira, patraña o noticia falsa, generalmente tendenciosa«, el infundio va más allá si lo trasladamos al ámbito del flamenco. Es la absurdez perenne o el comportamiento extravagante de los que lo abrazan como religión. La gracia momentánea para hacer reír a los compadres aún con los ojos nublados por la pena, a la que se repudia por un momento. Así es el flamenco y ésta es su sintomatología, como diría Matías Prats.

Versos como «si siempre fuimos los malos, llevamos la cruz de vivir intensamente» en el tema que da título al disco y que se nos presenta como otro palo del flamenco son sin lugar a dudas un anticipo del espíritu de este cantaor tan guasón como consciente de los tiempos que vivimos. Tomás de Perrate es peluquero, pues pese a sus devaneos con la locura sabe bien que el surrealismo no da de comer. Exceptuando, naturalmente, a algunos surrealistas de éxito. Tanto, que sublimaron la plata y arrinconaron al arte para ser, probablemente, los más ricos del cementerio. Pero ésa es otra historia.

La del artista que nos ocupa arranca en 1964, año de su nacimiento, aunque habría que esperar a 1999 para que se decidiera a participar en alguna grabación, cosa que ocurrió con el disco colectivo «Navidad en Utrera». Tras participar con éxito, como cantaor o responsable, en diversos espectáculos y recibir el Giraldillo de la Bienal de Flamenco de Sevilla como artista revelación en 2002, no publica su primer álbum hasta 2005, momento en que sale a la calle «Perraterías».

Un trabajo producido por el inefable Ricardo Pachón que arranca con ese reggae tan jondo como fresco y en el que diversos instrumentos ajenos en principio al flamenco se van incorporando a los temas con absoluto respeto a la tradición, innovando desde la raíz. Temas redondos como el cuplé por bulerías «Olvidarte«, la «Toná del reloj» o las «Seguiriyas didácticas» que encuentran su continuación en «Infundio», su segundo disco, en el que como hemos dicho se versiona a Fito Páez y a Bernarda y Fernanda de Utrera bajo la batuta de su sobrino, Ricardo Moreno, tocaor y productor, al tiempo que se acerca a palos menos usuales como la soleá de Alcalá y Utrera.

De esta forma, y a la vista de su trayectoria, en El Musiquiátrico no podemos hacer menos que celebrar su aportación al flamenco y reservarle un lugar preferente en nuestra consulta a la espera de que siga sorprendiéndonos y participe en una revisión de la que daremos cuenta próximamente.

Author: Doc Ñop

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