Dr. Ruido

Cuando hablamos de grandes guitarristas en el panorama nacional no podemos olvidarnos de José Rubio. Nacido en Córdoba y con una dilatada experiencia formativa en su trayectoria, se dio a conocer tras su paso por reconocidas bandas metaleras como Trilogy, Warcry, Megara y Dunedain. Tras comenzar a girar con su nueva formación José Rubio’s Nova Era, tenemos el privilegio de acudir a un concierto en solitario en Alameda Rock, y poder entrevistarlo para saber un poco más de él y en qué proyectos se encuentra inmerso.

– Para empezar por el principio… ¿qué te llevó a coger una guitarra por primera vez?
“…Más que el qué fue, es quién me llevó. La primera vez que me animé a coger una guitarra fue por Paco Ventura, de Medina Azahara”. Al ser muy fan de este grupo, a José Rubio le entró “el gusanillo” de tocar la guitarra porque, en sus propias palabras: “me encantó verlo, la puesta en escena, su forma de tocar, el espíritu que transmite… y eso me lo contagió aquella noche, decidí coger una guitarra y ya no ha habido vuelta a atrás desde entonces”.
Cuando hacemos referencia a qué le llevó a tener la guitarra como forma de vida, nos cuenta cómo surge formando parte de un “proceso natural” iniciándose en este mundo como un hobby con los amigos hasta que “comienzas a meterte de lleno, empiezas a tomártelo un poco más en serio” y tras probar en otros campos se dio cuenta de que “si no era con la guitarra no era feliz, no me sentía pleno” tomando la decisión entonces de, hace casi veinte años, dedicarse por completo a ello, aunque fuese una “locura y un disgusto” al principio para su familia (¡¡esperemos que hayan cambiado de opinión!!).
También le preguntamos sobre su afición por otros estilos musicales. Aunque se declare “metalero hasta la muerte” considera que “todo lo que esté bien hecho, que transmita algo y esté bien tocado, sea del estilo que sea, me gusta”. Destacándonos así su encanto por la música Celta, potenciado por los años que lleva en Galicia, a la que define como “sincera y que transmite mucho”, del mismo modo le sucede con el flamenco o el blues e incluso determinadas canciones del pop. Destacando siempre la prioridad de “que estén bien hechas”, filtro que también le aplica al metal.
Dentro de sus influencias nos insiste “todo lo que suene bien me influye” pero hace una clara división: guitarristas y grupos. Entre los primeros nos nombra algunos de entre los cientos que le gustan, músicos como Uli Jon Roth, Micael Schenker, Gary Moore, Joe Satriani, Yngwie Malmsteen entre los clásicos; y Jeff Loomis, Chris Broderick de Megadeth, Andy James de “la nueva hornada” de guitarristas. En cuanto a grupos, destaca a Accept como “mi banda máxima”, pero también los clásicos Scorpions, Iron Maiden, Dio, Manowar, Judas Priest… “etc, etc”.
Nos interesamos por saber qué formaciones musicales considera que dan la talla en el panorama musical actual. Nos destaca grupos a nivel nacional como Angelus Apatrida; Iridium, de Badajoz, con César Ortiz a la voz, los cuáles considera que “hacen un metal muy fresco, muy moderno, con un aire nuevo” y aconsejando apostar por ella; Strikeback de Coruña “me recuerdan mucho a la esencia del trash de los ’80, principio de los ‘90”; también los madrileños Arkgabriel los cuáles considera que “son una vista hacia atrás pero con aire más renovado, en cuanto a letras, a melodías vocales y a guitarras” destacando el valor del guitarrista Miguel Ángel Torres, a quien considera “de lo mejor que hay en el panorama”. Aunque nos pide disculpas por si olvida alguna de las muchísimas bandas más que hay, tomamos buena nota de éstas. También nos comenta que le gusta estar al día de las nuevas bandas de entre las cuáles considera que hay muchas con “una calidad extraordinaria que desgraciadamente pasan desapercibidas”.
Cuando le preguntamos con qué guitarrista le habría gustado compartir escena afirma, casi sin pensar, que Uli Jon Roth, al cual considera “un maestro absoluto, un titán”.

– Siendo endosser de Kitalik Amps y Yamaha Guitars Ibérica. ¿Cuál es el sonido representativo que buscabas con este material?
“…Hay muchísimas marcas en el mercado, que suenan muy bien, que ofrecen mil paletas de sonido, pero yo busco sobre todo un sonido con el que esté cómodo tocando, me pueda expresar bien (…) me dé unos matices concretos. Tras pasar por Ibánez – con las que le faltaba algo aunque las considera unas guitarras maravillosas – y Sectker, no daba con la tecla, entonces nos pusimos en contacto con Yamaha, me mandaron unos modelos y, con las guitarras Yamaha sí encontré el sonido, el tacto que andaba buscando”. Con Kitalik le sucedió algo similar, después de que le hablasen muy bien de la marca, se puso en contacto con ellos y le mandaron un modelo para probar que le llamó la atención. Dieron en el clavo con el sonido que buscaba tras unos meses acordándolo hasta el punto de que es su “amplificador principal” sumándole a esto que le gusta “apoyar la marca de la tierra”.
– ¿Cómo lo definirías en una palabra? (Refiriéndonos a su sonido).
“Buufff”-  nos resopla, aunque es capaz de destacar sonidos “limpios y con mucho sustain”, descartando un sonido “seco” para su estilo musical.
En cuanto a los efectos que utiliza nos remarca cómo ha ido recortando con el paso de los años, pasando de usar una “nevera” de racks de efectos, a utilizar pedales en la época de Warcry, quedándose con apenas tres pedales  y el sonido principal del amplificador en la actualidad.
– ¿En qué te inspiras para componer?
“Intento transmitir las sensaciones que yo recibía al escuchar bandas como Accept o Scorpions (…) que me hacían sentir cosas, y esas sensaciones me marcaron muy hondo. Entonces, cuando hago una composición, siempre intento volver mi mente hacia atrás y… todo eso que sentí, intentar conseguirlo. Si me transmite algo: alegría, tristeza, euforia… ¡mil cosas! Si consigo hacerlo en una composición mía, va a un disco, seguro. Y si no lo consigo, esa composición no verá nunca la luz. Por lo menos lo intentaré» (Risas).
Cuando le preguntamos por sus manías o exigencias, previas o posteriores a los conciertos, nos comenta que “más que manía es costumbre. Intento relajarme un poco, calentar manos y, algo que llama mucho la atención: nunca me llevo la guitarra al camerino”. Hace sus estiramientos, calentamientos y se mentaliza, recalcando que “el primer contacto con la guitarra, quiero que sea ya directamente en contacto con el público”. En cuanto al momento posterior del espectáculo insiste en que le encanta atender a todos los asistentes que lo requieran, ya sea para firmar o echarse unas fotos, “no me gusta irme a mitad, en alguna gira me lo han hecho y me sienta fatal. No me parece justo que una persona que ha pagado por verte, ha estado viéndote, animándote, sudando… luego, lo mínimo que tenemos que hacer es atenderlo”. Y no son palabras vacías, es algo que hemos podido comprobar de primera mano en esta ocasión.
– Y ¿alguna anécdota digna de ser conocida?
En EE.UU. y México con José Andrea, habría miles, según nos dice, pero recuerda “anunciar un tema, quedarnos toda la banda mirándonos y decir ¿qué tema es ése? (risas). Tener que girarse José Andrea y decir -¿No lo conocéis?”. Efectos colaterales de renombrar los temas por parte de los músicos y al realizar un cambio en el repertorio… ¡ni saber de cuál se trata!
Actualmente, José Rubio se encuentra envuelto en multitud de proyectos, en una época que destaca como “muy positiva” frente a la anterior en la que estaba un poco apartado de los conciertos. Ha retomado la actividad de los directos con José Andrea y, ¡anotad!, nuevas giras: en julio estará por Colombia y Chile, y en Septiembre Ecuador, Perú y Argentina. Además está terminando el nuevo disco de Nova Era; reformulando la banda tras la marcha de Roger Romero al que califica de “Champions League”, ha encontrado al vallisoletano Héctor del Villar ,al que considera “una suerte o una bendición, de lo mejor que he escuchado en mucho tiempo. Tiene los registros de Ronnie, puede cubrir ese estilo de cantar más Dio o John Lander que a mí me encanta, y además tiene una cosa que llevaba tiempo buscando en un cantante: es muy muy muy muy heavy”, con amplio repertorio de registros, cantando con fuerza y mucha pasión».

Por otro lado, hará oficial, en Septiembre, la apertura de un estudio orientado a la mezcla y el mastering que “son las dos cosas que a mí más me gusta hacer” teniendo mucha demanda de eso en el estudio anterior, apartándose por tanto de las producciones.
Al final, tuvimos que preguntarle…¿te consideras un Musicópata? “Total y absoluto”  ¡¡Yeaaah, bienvenido al club, José Rubio!!
Ha sido todo un placer coincidir y poder entrevistar a este genio de la guitarra, el cual nos ha brindado un trato excelente. ¡¡Te seguiremos la pista!!
Fotografía: Dra. Anapalo

En contraposición a los grandes conciertos o masificados festivales, el pasado 25 de junio tuvimos ocasión de acudir a una actuación en solitario de José Rubio en Alameda Rock. Desde su llegada José Rubio atendió cordialmente a todos los asistentes que demandaban una fotografía, un autógrafo o simplemente cruzar unas palabras con este genio de las seis cuerdas.
Tras las necesarias pruebas de sonido y con una hora de demora, según lo anunciado, la actuación comenzó en torno a las 22:00, con un carácter un tanto familiar (los asistentes no alcanzaban la treintena) . Calzando una flamante Yamaha Pacífica 1421, ofreció un recital de guitarra dividido en dos pases, con una variada selección de temas que, lejos de resultar una pesada exposición de guitarra, pareció una actuación corta (suele pasar cuando se está disfrutando). Supo intercalar de forma equilibrada temas melódicos con otros más «tralleros», siempre con la elegancia y el sonido limpio que le caracterizan. Para aquellos «frikis» de la guitarra, José Rubio llevaba una Yamaha Pacífica 1421, una de las primeras Yamaha Pacíficas; color Vintage White con incrustaciones de abalo, cuerpo de aliso y diapasón de ébano y con unas Seymour Duncan.
Presentó temas de sus dos discos «Castles In The Moon» y «Nova Era», entre los que encontramos «Time», «Hero», «On The Road« y «Nostradamus». También ejecutó brillantemente algunas versiones de clásicos como «The Loner» de Gary Moore, «Satch Boogie» de Satriani, «Coast to Coast» de Scorpions  o el impresionante tema con influencias celtas del guitarrista Borislav Mitic, «Celtic Legends».
En definitiva, José Rubio fue capaz de transmitir su carácter afable a través de la guitarra y, si a ello sumamos que el evento estuvo aderezado con la cata de Cervezas Debla, podemos afirmar que fue una velada más que agradable.
 

  Al principió los escuché y sonaban «muy Pink Floyd«… seguí y ahí estaba un sonido similar a la fusión que hizo Gualberto pero… esas voces y esas guitarras tienen el toque de Jethro Tull... ¿y esas escalas propias de Tabletom? Pero esa fuerza y esa «caña» ¡¡son propias!!
   Pues eso, son Hypnos 69 y, aunque pudieran parecer por su característico sonido de la década de los ’60 o los ’70 y de llevar conformándose desde los ’80; es hace doce años cuando esta banda empieza a mostrarnos sus trabajos grabados en disco. Y aunque siempre intente asemejar el sonido de un grupo a otro que ya conozca… creo que tras detenidas escuchas he asumido el sonido personal que tienen estos belgas, con mucha garra; muestra de ello su álbum «Legacy» (2010) , entrando con fuerza…

El oficio de luthier, o artesano de guitarras, en sí es un arte. Dotar de vida musical a un «pedazo de madera». Tallar el instrumento con su caracterísitca forma, jugando algunos artesanos a ser dioses de la creación e inspirarlas a imagen y semejanza de la sensualidad de las curvas femeninas. Tal es el punto de personalización que muchos músicos dotan (dotamos) con nombres femeninos a nuestros instrumentos, y algunos se enamoran (nos enamoramos) de ellos.

James Hutchinson es uno de los luthiers que ha dado un paso más en la creación. Este artesano tiene como privilegiado cliente a James Hetfield (Metallica) entre otros. Desde mi punto de vista, la guitarra es como un lienzo para él, y al más puro estilo antiguo no teme realizar trabajos de herrería o tallado tribal en madera. Todo ello para caracterizar sus guitarras con acabados típicos de máquinas antiguas, piezas vikingas o efectos «lava». A fin de cuentas es un nuevo concepto de entender las guitarras, de ahí el nombre de su empresa: Hutchinson Guitar Concepts. Si os interesa este tipo de trabajo de luthier no dejéis de visitar su página en la que encontraréis el catálogo de los trabajos realizados: http://www.hutchinsonguitars.com o su sitio web en facebook http://www.facebook.com/hutchinsonguitars en el que podéis deleitaros con el proceso de elaboración de alguna de estas obras de arte. A modo de ejemplo, os dejo una de mis favoritas, inspirada en motivos vikingos la SG Norse (en base a una Gibson SG).

Algunos estaréis familiarizados con el término ISO referente a la informática que, por definición, se refiere a una copia o imagen exacta de un fichero o grupo de ficheros. Pero no venimos a referirnos a esto, aunque sí guarda cierta relación.
En la actualidad, me encuentro inmerso en la investigación sobre la Musicoterapia en el ámbito educativo. A raíz de esta investigación y de la curiosidad previa, me planteaba cuáles pueden ser las conexiones que se establecen entre la música y la mente, ¿por qué se nos ponen los vellos de punta al escuchar aquella canción?, ¿por qué la música amansa a las fieras? (o eso dicen), ¿por qué Hans Christian Andersen dijo «dónde fracasan las palabras, habla la música»? Queda patente una tradición popular de este efecto directo de la música sobre el ser humano. Incluso diferentes estudios nos exponen cómo la música ejerce una influencia directa y se utiliza para condicionarnos en nuestro consumo: música clásica para gastar más en restaurantes, músicas rápidas y lentas alternadas para condicionar la productividad de los empleados, o de volumen elevado para consumir más (evitando las conversaciones) en los bares de copas, entre otras que podéis revisar en el siguiente artículo ( http://moodmixes.es/advice ).
Pero retomemos el concepto ISO. Rolando Benenzon es una eminencia en la disciplina de la Musicoterapia, y os animo a consultar cualquiera de sus escritos si estáis interesados en ella. Este autor es el que nos define el concepto ISO, que viene a ser algo así como hacer coincidir el tempo de la música con el tempo mental. Las finalidades de esta conexión son innumerables. Desgraciadamente, en esta sociedad de consumo, se han establecido previamente cuáles pueden ser los beneficios que aporten al enriquecimiento de los negocios como se describe en el artículo citado anteriormente. Las posibilidades para la educación, la rehabilitación e, incluso, el condicionamiento prenatal que supone el uso de la música (y de los sonidos) también abarca un amplio campo. Pero de forma individual, y mayoritariamente inconsciente, cada uno de nosotros aplica el concepto ISO de la Musicoterapia consigo mismo. Acaso para hacer ejercicio explosivo ¿no buscamos ese temazo trallero pasado de revoluciones?, en los momentos de tranquilidad ¿cierto que le damos al play a aquella pieza que consideramos gran obra musical por excelencia?  ¿y esa letra melancólica a la que recurrimos en nuestros momentos de tristeza?
Cada vez que acudimos intencionadamente a una pieza musical, nos estamos auto-aplicando el principio ISO de la Musicoterapia. Estamos conectando nuestro tempo mental con el de la canción para sentirnos arropados por los fenómenos musicales, para prolongar o evitar un estado anímico. Cuando un bebé busca apoyarse en el pecho de su madre para oír los latidos de su corazón y sentirse seguro, también lo está aplicando. Y es que el ser humano necesita de la música, de su creación, ejecución y audición.
Hay músicos que poseen el don de crear su obra y otorgarle el tempo correcto para lo que desean transmitir. No todos coincidiremos en cuál defiende mejor esa labor, porque cada uno tiene su ISO, su tempo y su gusto personal. Yo, por mi parte os dejo uno que creo que sí: Ocean – John Butler.

Musicópatas;

Desde mi prenatalidad, las vibraciones musicales han acompañado mi vida: música en vivo, vinilo, casette, mp3, creada en mi mente… Nuestras experiencias musicales condicionan la vida y, así fue, que en mayor o menor medida, desde una adolescencia definitoria para lo musical, me he dedicado a aprender por y para la música. La ejecución de algunos instrumentos no podía quedar fuera de esta formación, pero más allá de mi educación musical, la aportación que pretendo realizar al Bendito Musiquiátrico es la reflexión sobre los lazos directos que se establecen entre la mente (colectiva e individual) y la música. Estos aportes serán variados, desde sugerencias de nuevos y viejos músicos de estilo variado, al entendimiento de diferentes aspectos de la disciplina de la Musicoterapia y su repercusión sobre los individuos.

Espero suscitar algunas sensaciones entre los musicópatas, así que…

¡Salud!
¡Rock&roll!
y…
¡Demencia Musical!

(Cerremos los ojos o vislumbremos esta pieza, pero vamos a dejarnos llevar.)