SonDeNadie, funny roots sound para musicópatas viajeros
Jun28

SonDeNadie, funny roots sound para musicópatas viajeros

Hilaridad y desenfreno en el musiquiátrico gracias a estos granadinos eregidos en los hechiceros caribeños más personales y flamencos. Nueve ilusionantes años llevan ya Sondenadie trabajando las percusiones afrocubanas, el regusto por la Black World Music y el Caribbean Folk, con metalurgias decorativas de sutil maquillaje balcánico y todo ello siempre con su genética andaluza bien definida, adobada con timba, son, vaporosos deleites rockeros y cientos de atrevidos aderezos más. Esto se traduce en unos directos semejantes a infinitas detonaciones de una energía desbordante y una obligada inyección de baile sin complejos ni pausas, en contínuo y perfecto diálogo con el público, convirtiéndolos en los más maduros y evolucionados gurús de la euforia colectiva provocada por la música en vivo. Su longeva y demente trayectoria musicofestiva los ha llevado a tocar en innumerables recintos, festivales y locales de toda Europa y hasta recibir menciones cinematográficas incluso en Japón. Han compartido escenario con los más multiformes y coloristas musicópatas de la escena irónicamente denominada “Músicas del Mundo”, entre los que no podemos obviar a Sargento García, Eskorzo, Babylon Circus, Mártires del compás, Macaco, Amparanoia, Orishas y otros tantos. Antonio José Olmo es el carismático Boss Voice de este combo-band. A la batería y con las percusiones está el calentito y efectivo Ezequiel Olmo ( Eskorzo, Ezequiel Olmo Latin Jazz Quarteto, ….), muy bien escoltado por Patricio García al bajo y el “Jebi” con su sabia y aflamencada guitarra eléctrica. Este exquisito club de 7 lo completan Julián Padial con el trombón, el argentino Fito Dongarra, experto en mestizajes, al piano, los sintetizadores y el acordeón, para acabar con el excelso trompetista y gran musicópata de estudio (requerido frecuentemente por muchos grupos, los Niños Mutantes entre otros), Jimi “piel de gallina” García. En 2004 elaboraron con una pasión poco comparable una primera maqueta titulada “Sondenadie” y tras este primer contacto musicontagioso con la masa adicta al sudor de la pista de baile, basándose en el Ska y el Reggae fresquito, solventaron con suficiente liquidez una maduración bien sana y evolucionaron hacia el frenesí de ritmos y melodías culturalmente cercanas a Jamaica y a Cuba, pasadas por el tamiz flamenco que les retroalimenta inconscientemente. Han llegado después dos discos : “Concondumio” 2006 y “Ciudad Capricho”2011. Este último fue grabado en un cortijo alpujarreño entre febrero y diciembre de 2010, mostrando una inteligente aleación Latin-funk, intuyéndose muy finamente el Reggae y la rumba, coloreando además su atmósfera étnica con Swing y Ska. Definitivamente hablamos de Andalusian and Cuban Pop, Funny Folk Pop. Sondenadie reconstruye mentalmente el Groove y buen rollo del Funk, fundiéndolo como chocolate en ron, con la rítmica latina del Tango, el...

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Los Carniceros del Norte y el Cine de Terror
Jun26

Los Carniceros del Norte y el Cine de Terror

En lo tocante exclusivamente a la instrumentalización, hubo, hay y habrá tropecientos millones de grupos como Los Carniceros del Norte: cierta pericia (ni mucha ni poca, la justa) con los instrumentos, guitarras sin filigranas, tum-pa-tum-pa para la batería-martillo y gritos más o menos discordantes. Sin embargo, si lo tuyo es el cine de terror, puede que encuentres un poderoso aliciente para acabar escuchándolos, pues lo suyo es escribir canciones sobre películas de terror de todos los tiempos. Eso sí, lo hacen de forma bastante libre, y esto tal vez desilusione, o defraude, al cinéfilo freak más sibarita. Los integrantes de Los Carniceros son goticazos post punk de toda la vida, gentes arribadas al siglo XXI desde grupos previos, bastante célebres dentro de la música obscura ibérica: La Casa Usher, Paralíticos y Naughty Zombies. Se presentaron en sociedad en 2005, con su Lp «13 cuchilladas», en el que -en tres minutitos por corte como mucho- musicalizaban films como «La invasión de los ultracuerpos», «El gabinete del Doctor Caligari», «El Resplandor», «Nosferatu», «Freaks» o «La noche de los muertos vivientes«. Tres largos años tardaría en llegar «2º acto», en el que Los Carniceros vuelven por sus fueros: punk rock más o menos melódico y más clásicos del terror universal. En este caso, les toca a «La momia», «El exorcista», «Holocausto Canibal» o «Psicosis». En 2009 lanzaron «Poe is dead», un EP de cuatro temitas en el que dieron un repaso a algunas de las diferentes versiones que Roger Corman (detrás de las cámaras) y Vincent Price (delante) hicieron de cuatro composiciones del maestro Edgar Allan Poe: el poema «El Cuervo» y los relatos «El gato negro», «El Pozo y el Péndulo» y «La Máscara de la Muerte Roja». En un evidente homenaje a la película homónima del director chileno Alejandro Jodorowsky, los Carniceros editaron en 2011 el Lp «Santa Sangre», en el que se nota más asentada a la banda y en el que ahondan tanto en medios tiempos a lo dark wave como en cadencias propias del psychobilly. El disco es un repaso al fantaterror ibérico de gente como Paul Naschy («La Noche de Walpurgis», por ejemplo) y al cine italiano profuso en sangre technicolor de Darío Argento y compañía («Rojo Profundo» o «Las tres caras del miedo«)....

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Animales Muertos: La insoportable levedad de lo mitificado
Jun20

Animales Muertos: La insoportable levedad de lo mitificado

Animales Muertos fue un trío zaragozano formado de mediados de los ’90, representantes prototípicos de un punk previsible estructurado en base a cuatro acordes que devienen en la vorágine del tum-pá-tum-pá. Si por algún casual decides acopiarte con su discografía te aseguramos que no tendrás que invertir horas y horas descargándote música, aunque probablemente sí que necesitarás tratamiento para los síntomas derivados de sus ondas musicopáticas. Como máximo podrás conseguir algún que otro directo pirata, además de su único disco homónimo (Animales Muertos, 1995), que contiene 13 cortes frenopáticos entre los cuales destacamos: una versión de Judas Priest titulada «Vendémelo», acompañada por otros temas propios como «Lakra social», «Nosotros somos la venganza» y «Almorrana». En la portada del autoeditado disco aparece, en una estética de lo más precario, el Papa Juan Pablo II inyectándose heroína, con una amalgama de referencias toxicológicas y eclesiásticas inundadas en una marea de billetes. En la contraportada, tras una lista de dedicatorias incluyen: “P. D.: Dedicado muy especialmente a todos los camellos presos y a las drogas. Sin ellas nada sería igual” Pese a contar con una única grabación, ocupan un lugar importante en el imaginario del movimiento punk, contando muchos musicópatas seguidores que añoran su presencia en los escenarios. Se han convertido en un grupo relativamente idealizado y casi mítico, aún cuando el producto ofrecido no despunta por su amplitud de registro ni por su calidad. Quizás dicha entronización proceda tanto de su estilo rudo cercano al Oi! y – por ende – altamente pogueable, como de su habitual recurrencia a versiones demenciales de otros grupos considerados míticos. Probablemente contribuyera también que se disolvieran antes del ocaso de la década que los vio nacer, igual que hicieron otros proyectos musicales que – gracias a su brevedad – quedaron más idealizados en el retrato acordado en el inconsciente colectivo. Diez años después de su disolución se permitieron realizar una serie de conciertos exitosos. Su última aparición pública sucedió en el «CSO La Casika» de Móstoles (Madrid). En cuanto a otras referencias, dicen y comentan que en alguna de las múltiples formaciones que han acompañado a Manolo Kabezabolo, anti-ídolo musical donde los haya, podíamos encontrar a supervivientes de Animales Muertos. Los aquí presentes, tras este diagnóstico, no nos pronunciaremos ni en favor ni en contra de Animales Muertos a la hora de recomendarlos en nuestro recetario musicopático. Lo dejamos a vuestro criterio, y seréis vosotros quienes correréis con los riesgos de la venganza más punk de los Animales...

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Grupo Sub-1 y su mongoloide provocación

Diagnosticados por pirómanos del dogma panfletario y por psicópatas de la provocación más deliberada Érase una vez, en el parafantástico territorio del underground madrileño, un grupo llamado Webeloss, aficionado a crear trallazos rápidos y furiosos, aficionado también a provocar en todas las trincheras, aún en las estipuladas como propias. Consiguieron, gracias a no pocos intentos, que muchos integrantes de la escena más politizada sufrieran infecciosos sarpullidos, consecuencia de sus reiteradas provocaciones. Pero lo que nos convoca hoy no es Webeloss, sino Grupo Sub-1. Con toda probabilidad, afirmar que la existencia del Grupo Sub-1 es una continuación de Webeloss no parece exagerado, considerando que comparten tres componentes que, por así decirlo, habían sobrevivido a las cenizas del proyecto antiguo. Las comparaciones son odiosas, pero en este caso afirmamos que Grupo Sub-1 no es el resultado de la ecuación Webeloss + teclado. Se trata de algo más furioso, más sintético y más concienzudamente provocativo; sus venganzas se orquestan ahora con mayor detalle, cual incunables crímenes de un psicópata. Lo suyo es lo mongoloide, amenizado por el sonido de un teclado que atraviesa todos los temas. La clave consiste en ensayar muy poco para no perder el espíritu y que todas las canciones parezcan improvisadas. Parámetros generales, según Spidey: “Virtuosismo: 0. Descaro: 10. Voz masculina: Super nasal y muy aguda. Voz Femenina: Grave y fuerte. Canciones muy cortas. Bajo muy alto. Y por supuesto que suene a Punk 76-82, con guitarras muy agudas y con poca distorsión.” En el mejor de los casos, sus grabaciones están agotadas porque su modus operandi habitual consiste en editar en formato vinilo. Todo el ambiente de sus canciones queda aromatizado por el tufillo de la era de los cutre-cassettes, que ellos mantienen -en cierto modo- editando en vinilo. Para más inri, Grupo sub-1 añaden esmerados suplementos a su música, como vinilos de colores o portadas ahora serigrafiadas, ahora en tres dimensiones -con gafas incluidas-. La diversión, y la sensación de sentirnos afortunados por tener sus discos en las manos, está más que asegurada. Nos ofrecieron sus primeros temas dentro de una grabación conjunta con Webeloss, «Cero en matemáticas» (Blondes Must Die Records, 2006). A pesar de ser el estreno de Grupo Sub-1, constituye un trabajo amparado bajo la factura de Webeloss; por poner un ejemplo palpable, el primer tema «El nazi eres tú» es una respuesta del mencionado grupo a los problemas derivados por su afición a la provocación con imaginería y retórica nazis. La auténtica presentación del proyecto llegaría con «Tercer Grado En Leningrado» (La Vida es un Mus, 2007), con la incorporación definitiva de She Lux a lomos del más delirante de los teclados....

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Larsen, cuando tus oídos sangran

Diagnosticados de gabachofobia macerada en la pota de un punk, de claustrofobia hospitalaria con brotes de crudeza y locura a partes iguales “Larsen no era un grupo de música de cuatro chavales, sino que era un grupo de quince colegas que se lo pasaba de puta madre”, contaba Mosca. Nadie habría apostado mucho por esos adolescentes precoces, que preferían mendigar por la capital con el propósito de montar una banda, antes que quedarse en su barrio jugando a pistoleros como los jóvenes de su edad. Volcaron en Larsen energía demente a raudales, algo que los caracterizaría en sus directos. Ningún miembro tenía experiencia musical alguna, quizás por ello escogieron como nombre identificativo la denominación técnica que los especialistas del sonido dan a los acoples que aparecen cuando se coloca un instrumento cerca de los amplificadores, vaticinando un punk ruidoso opuesto a cualquier atisbo de elegancia, original en grado sumo dentro del Rrollo. Su libertad compositiva sin condicionamientos, unida a la ausencia de formación sonora, produjeron un particular ruido integrado por elementos pseudomusicales como el que relata Rana, bajista del grupo:  “Yo me afinaba de manera que no había que poner acordes. Tocaba como si fuera un bajo, pero usando todas las cuerdas. Así desarrollé un estilo muy particular de tocar la guitarra con mucho ataque, basado principalmente en mazazos de mano derecha” Los cinco años que duró la formación, con sus variaciones de componentes incluidas, dieron pie a varias grabaciones sumamente accidentadas por la precaria gestión de Spanduld, la única discográfica que tubo cojones de hacerles algo de caso. En su día no fueron un grupo especialmente conocido, hoy probablemente tampoco lo sean en demasía. Sin comerlo ni beberlo aparecieron fortuitamente en el número 17 de la cuarentena musical más conocida de la península, con la misma casualidad con la que aportaban su tema ‘Frontera Francesa’ como sintonía para una noticia del telediario sobre los conflictos que describía su letra; ambas eran formas de difusión contradictorias con el neonato credo del punk pero que compatibilizaban bien con su espíritu fresco y descarado. Amén de crear el himno francófobo por antonomasia, brindaron otros grandes temas como ‘Noche de Destrucción en Rock-Ola’; cuando surgió la posibilidad de tocar en el mencionado templo de la movida, consiguieron congregar una horda insalubre de punxs y pseudopunxs que confabularon en un infernal pogo de destrucción del local. En ocasiones afirman haberse alimentado de las inspiradoras fuentes del punk inglés y norteamericano pero un simple ejercicio de observación los delata como el grupo con menos papeles, plagios e influencias de la historia. Su precario atrevimiento musical los convierte en una delicatessen para estómagos placados en...

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