Janis Joplin, cuarenta años desde Pearl

· Damos la bienvenida a una de las voces más importantes Oportuna como siempre, la industria discográfica pretende celebrar a lo grande el cuadragésimo aniversario de la aparición de Pearl, el último trabajo de la legendaria Janis Joplin, lo que muy bien nos sirve en El Musiquiátrico para pasar consulta a una artista imprescindible. Pese a que se trate de un calificativo cada vez más extendido, en este caso puede decirse que se le queda pequeño a la cantante de Port Arthur, icono y voz de un tiempo además de uno de los tres puntales de la llamada ‘Generación del 27’, mucho menos seria sin duda que la española. De esta forma, la menuda Janis Joplin marcó un antes y un después, primeramente, a la hora de interpretar. Apasionada, con una voz tan negra como la que más, unió como pocos el rock y el blues, aunque de nada sirve limitarnos a estos géneros. No podemos obviar la influencia del soul en su obra, ni tampoco la del folk o la psicodelia, y si la muerte no se hubiera cruzado en su camino unos días después de visitar a Jimi Hendrix, cualquiera sabe a qué músicas se hubiera aproximado su espíritu inquieto. Por otra parte, la inmensidad de su voz, imposible de olvidar tras escucharla por primera vez, hace que a menudo nos olvidemos de su faceta como compositora. Tan notables como profundas y usualmente taciturnas, las letras generalmente no se corresponden con la vitalidad que desprenden sus melodías, aunque bendita la confusión que esto puede provocar en el que se automedique con alguno de sus trabajos. No obstante, tampoco tuvo problemas a la hora de adaptar los poemas de otros beatniks o de artistas como Kris Kristofferson, caso de Me and Bobby McGee, que aparece en Pearl junto a canciones tan recomendables como Mercedes Benz, Cry Baby o Buried Alive in the Blues. Volviendo a Pearl, cuya salida no pudo ver la propia Janis Joplin, se publicará en una edición remasterizada en la que no faltarán asimismo versiones en mono y los ya clásicos descartes y rarezas. Sin embargo, a la vista del fallecimiento del ingeniero Owsley ‘Bear’ Stanley, responsable del mismo, se publicará como homenaje un directo de la cantante, ‘Big Brother & The Holding Company Featuring Janis Joplin – Live at the Carousel Ballroom 1968‘, en tanto que también verá la luz el sampler ‘Highlights from the Pearl sessions’ con formato de vinilo de...

Leer más

Michael Winslow | De la Academia de Policía al Musiquiátrico

Muchos conoceréis al clásico actor estadounidense Michael Winslow, banda sonora original en carne y hueso de la mítica película de 1984 «Loca Academia de Policía«. Lo conocen como «El Hombre de los 10.ooo sonidos» y aparte de su extensa participación en las 7 películas de la saga de «Loca Academia de Policía», y de ser uno de los actores principales de la serie con el mismo nombre, Mike Winslow es también un musicópata nato digno de estudiar. Sus primeras apariciones en televisión fueron imitando sonidos, pero incluía además una interpretación magnífica de algún clásico de Jimmy Hendrix, en la que se parece a Hendrix, canta como Hendrix, y toca como Hendrix, aunque sin guitarra: Purple Winslow. Poco más tarde, su repertorio se fue ampliando, y Mike decidió interpretar de esta forma, una extraña versión del Inmigrant Song de Led Zeppelin. Sencillamente genial e impresionante. Pero aparte de cantar y tocar al mismo tiempo, Michael Winslow es capaz de montarte una juerga musicopática él sólo en cualquier parte.  Este hombre no necesita radio para escuchar música. Es capaz de hacerla por sí mismo. Así que ya sabéis musicópatas, si alguna vez habéis intentado disparar a alguien con el dedo, o si creéis que sois capaces de imitar cualquier onomatopeya, la culpa se la tenéis que echar a Mike Winslow. Y para aquellos que no tengan tiempo para perder una tarde viendo de nuevo «Loca Academia de Policía», os dejamos un recopilatorio de las mejores escenas del cadete Larvelle Jones para todos nuestros musicópatas....

Leer más

House of the Rising Sun | La Casa del Sol Naciente en el Musiquiátrico

Hay una casa encima de la colina, en la que todas las mañanas veo el amanecer antes de ir a dormir. Es la Casa del Sol Naciente, allí donde las noches son cálidas y las mañanas frías. Allí donde puedes conseguir todo lo que necesites, mientras te quede dinero en la cartera. En todas las ciudades hay una Casa del Sol Naciente, pero ninguna tan famosa como aquella que existió a finales del S. XIX en Nueva Orleans. Tanto tiempo ha pasado, que ni las gentes más antiguas de Nueva Orleans recuerdan dónde se ubicaba esa casa, pero seguro que casi todos serían capaces de tararearte aquél antiguo blues que hablaba sobre ella. Rising Sun Blues es una pieza incunable, no se sabe quién la escribió, ni cuando, y que fue pasando de generación en generación, de abuelos a nietos, como un extraño refrán con una peculiar moraleja. Las primeras grabaciones del Rising Sun Blues distaban mucho del ritmo y la cadencia de las modernas, pero ya iban alumbrando el camino hacia la Casa del Sol Naciente. El primero que desveló los turbios asuntos que se cocían en aquella casa fue Alger «Texas» Alexander en 1928. Este caballero murió de sífilis, tras haber pasado varios años en prisión por matar a su esposa. Un verdadero musicópata que sólo lograba conciliar el sueño en la Casa del Sol Naciente. Aunque esta versión no se acerca demasiado a la que es conocida por los musicópatas, se presupone como el germen de la versión que años más tarde Clarence Ashley (que narraba que había oído esta cancioncilla a su abuelo) y Gwen Foster, grabaron a ritmo de banjo en 1933. Los años fueron pasando y la Casa del Sol Naciente seguiría abriendo hasta el fin de los días. Y Joan Baez, la preciosa voz de la canción protesta en los años 60, se acercó a esa casa de perversión para conocer los vicios y el pecado. Y Al salir de aquella casa, Joan Baez nos narró con su guitarra y su dulce voz, cómo es la vida de una mujer en la Casa del Sol Naciente. A partir de este momento, las puertas de la Casa del Sol Naciente quedaron abiertas para la eternidad, y fue la antesala del Musiquiátrico, ya que en ella se dieron cita muchos de los grandes musicópatas de hoy en día. Sin ir más lejos, el jovencito y contracultural Bob Dylan, con apenas 20 años de edad, pasaría algún tiempo en «The House of The Rising Sun» antes de grabar su primer disco en 1962. Sin embargo, no es hasta un par de años más tarde cuando...

Leer más

El aeroplano que cruzó el espejo | White Rabbit, Jefferson Airplane y el fin del Movimiento Hippie

Un lado te hará crecer; el otro menguar. ¿Un lado de qué?, pensó Alicia. – De la seta. Dijo el conejo. … 1967, La Guerra de Vietnam había despertado a la sociedad mundial en contra del belicismo y a favor de la paz. El Movimiento Hippie se estaba fraguando gracias a la música de Jimmy Hendrix, Janis Joplin y Jefferson Airplane, entre muchos otros. Festivales como el de Monterrey significaban más que un simple espacio donde escuchar música, eran un lugar de diálogo y reflexión, de acercamiento de culturas y de comprensión. Y todo esto regado con una nueva droga, sintetizada poco antes por Albert Hoffman. Este elixir sintético consigió expandir las mentes despiertas, ya que poseía las llaves para abrir las puertas de tu cerebro y cruzar el espejo hacia el país de las maravillas. Jefferson Airplane fue uno de los pioneros del Movimiento hippie-psicodélico, especialmente influenciado por el LSD, que revolucionaron no sólo el mercado discográfico de aquel momento, sino también a la sociedad en sí. Una nueva ola de jóvenes inteligentes, de mentes despiertas y liberadas, comenzaron a luchar contra la vieja sociedad americana de los Estados Unidos. Y lo hicieron de la mejor manera que podíeron imaginar, escandalizando a todo aquél que se atreviese a poner en tela de juicio los nuevos valores que rompían con todo lo anterior. La belleza en el cuerpo desnudo, la libertad en las drogas, la paz exigida por los héroes de guerra mutilados, el amor libre, y por supuesto, la igualdad de todo ser humano, eran las consignas que se narraban en las letras de aquellos hippies. Pero la ilusión se rompió y con ella, el espejo que daba paso al país de las maravillas. Y fue precisamente en Altamont, en un concierto gratuito organizado por los Rolling Stones en 1969, cuando los Ángeles del Infierno (Hell’s Angels), una banda de moteros violentos contratados para controlar la seguridad de este concierto, asediaron el escenario a base de golpes y palizas, antes de matar de varias puñaladas a Meredith Hunter, uno de los asistentes al concierto. Fue aquí, en Altamont en 1969, pocos meses después de Woodstock, cuando se resintió el espíritu hippie-psicodélico, aunque nunca jamás podremos olvidar cuando Alicia cruzó por primera vez el espejo, ya que ella fue quién abrió las puertas del...

Leer más
PREMIO MUSIQUIÁTRICO: Rockberto González de “Tabletom”
Jun15

PREMIO MUSIQUIÁTRICO: Rockberto González de “Tabletom”

Pocas personas habrán conseguido en este mundo alcanzar la locura sana que hacía de Rockberto alguien sensacional. Su música, una extensión de su idiosincrasia, era inclasificable, como él mismo. 35 años en las tablas no son pocos, ni 7.000 kilos de sensaciones, pero para Tabletom parece que ya han sido suficientes. De hecho, una insuficiencia cardiaca con complicaciones nos ha dejado sin uno de los más grandes artistas de nuestra época, maestro de maestros. Allá donde se reunan los más grandes al morir será bienvenido por derecho. «¡Y seguro que Jimmy Hendrix, Frank Zappa, Silvio y Rockberto montarán junto con Camarón la mayor fiesta que se haya visto allá donde estén!» Con el corazón en la mano, es un honor anunciar que hemos otorgado nuestro Premio del Musiquiátrico a Rockberto González de Tabletom, por ser el epítome perfecto, la síntesis exacta del pensamiento musiquiátrico, donde se dan cabida la cordura y la locura en ambos extremos, donde la realidad y el surrealismo se suceden como en una película en blanco y negro iluminada por un filtro verde. Verde esperanza y verde sativa. La añoranza y la felicidad son dos síntomas propios de las canciones de Tabletom, añoranza y felicidad que sentimos por su pérdida y por haberlo conocido a través de su música. Por eso, este premio honorífico del Musiquiátrico pertenece sin duda alguna al malagueño de espíritu gaditano, sin olvidar nunca a los sensacionales Hermanos Ramírez, y sintiendo que hayamos tenido que esperar a que se fuera para reconocérselo. Intentemos por tanto, que esta no sea una despedida amarga, sino alegre, y recordemos para siempre a Rockberto, ya que él seguirá vivo siempre que perdure en nuestra memoria, y siempre estará cerca de nuestros oídos. El día que la KGB le preguntó a la vecina de Guadalmedina que dónde se estaba quitando Tabletom, la música cambió de rumbo, hoy que ‘ya no tiene na’, Rockberto nos canta algo así como un tango y se despide para siempre, entre las nubes. Por siempre, para siempre. No te quites nunca,...

Leer más
-
-
Ir a la barra de herramientas